Jesús Peñalver: Sardinas en lata

Jesús Peñalver: Sardinas en lata

 

Y no puede ser de otro modo, porque no hay cama pa´ tanta gente y los curiosos o sui generis “constituyentistas” son tantos, que no caben en ningún espacio del Palacio Federal. Destaca en el numeroso grupete, la invasión en la Casa de las Leyes, sede de la representación popular, el alarde infame de una legitimidad que no tienen, y sus macabros propósitos en perseguir a la disidencia, acabar con el contrario, y desde luego, con la República y sus instituciones.

Es un elefante en la cristalería Venezuela. Es el país que sufre los embates de la desgracia que nos dejó en mala hora, aquel desquiciado milico golpista, ruin, mediocre, resentido y delirante. ¡Prohibido olvidar!





En estos tiempos difíciles y sombríos, coloreados de un rojo alarmante, vale la pena esperanzarse. Porque eso que abreviado se identifica como anc (yo prefiero llamarla, como la Venezuela decente,  prostituyente) se sabe cómo se eligió, es decir, sin consultar al pueblo para que dijera si aprobaba o no su procedencia, tampoco se consultó al soberano sobre la pertinencia de las bases comiciales, y aunque ya se avizoraba el nacimiento de un muerto, un esperpento, tampoco sus “miembros” fueron electos en forma directa, universal y secreta, dizque por una millonada de votos imaginarios que solo están en sus cabezas de ideas explosivas y planes diabólicos.

Adefesio por donde se le mire, debemos admitir y repetir e insistir mientras podamos, que se trata de una fraudulenta, tramposa e ilegítima instancia, creada por aquellos que insurgieron contra la democracia en el 92 del siglo pasado.

Declarado como estoy en contra de la antimemoria, recordemos que el presidente Carlos Andrés Pérez descabezó los dos golpes (intentonas) militares que en su contra promovió el difunto sabanetero, quien violando el juramento a la patria y su compromiso con la Constitución, junto a doscientos de sus conmilitones, incurrieron en el delito de rebelión militar en el año 1992.

Sin más vueltas, Chávez (qepd) y su combo, actuaron  en contra del gobierno legítimo de entonces. De modo que es una ofensa al venezolano, un insulto a la historia y un flaco favor a la memoria colectiva, llamar “militares del 4F” a quienes irrumpieron contra el orden de la Nación.

Por cierto, Doña Blanquita Rodríguez de Pérez y su honorable familia, salvaron sus vidas milagrosamente, pues los golpistas tiraron a matar. Por eso no hay nada que celebrar ni el 4F ni el 27N, pero si conviene recordar las intentonas golpistas de esos funestos días, teñidos de sangre por manos asesinas

A pesar de tales circunstancias, Caldera II sobreseyó al golpista y su combo, quienes nunca fueron a juicio por no confiar en la justicia. El difunto nunca fue indultado, pues nunca fue a juicio, ergo, nunca fue sentenciado. Caldera II lo sobreseyó.

No es como algunos dicen por ignorancia jurídica y de los hechos. Chávez y su combo golpista fueron sobreseídos, NO indultados. Caldera no podía inhabilitar al golpista y su combo, porque la Constitución de 1961 no lo permitía. Al no estar sentenciado el golpista, ser sobreseído, y salir en libertad adquiere plenamente sus derechos políticos y ciudadanos.

Durante la campaña Presidencial de 1993, todos los candidatos prometieron liberar al golpista Chávez, excepto Rafael Caldera.

Cuando a Caldera se le preguntaba sobre el asunto, respondía –mutatis mutandis– “se estudiará en su momento cada caso”. El Presidente Caldera, que buen jurista era, entonces NO inhabilitó al golpista Hugo Chávez porque sabía que eso NO era posible

Culpar a Rafael Caldera, o sólo a él, de la liberación del muerto Chávez y de la barbarie cometida por este, es un exabrupto.  Hasta Patricia Poleo hizo pública una “extremadamente afectuosa” carta suya a Chávez en El Nuevo País. De este tema prometo hablar en una próxima entrega.

Es bueno precisar que aunque algunos filibusteros le soplaban desconocer las instituciones, CAP aceptó ser enjuiciado. Sometido a juicio -amañado, desde luego- aceptó sentencia de una Corte hasta los tuétanos en la conspiración. La misma Corte que después rechazó inhabilitar al golpista.

La defensa de CAP dirigida por el eminente doctor Alberto Arteaga, es un magnífico tratado de derecho. Aun así, CAP aceptó la espuria sentencia de una Corte que le regaló al golpista, aquella  constituyente igual de inconstitucional para que se cogiera el poder.

Decimos inconstitucional, porque la Carta Magna de 1961 establecía expresamente los mecanismos de reforma y enmienda de sí misma, de modo que no había por qué darle en forma obsequiosa al golpista, la satisfacción sumisa a sus disparatadas exigencias.

Imposible olvidar a aquella inefable exmagistrada y su peregrina tesis de la “supraconstitucionalidad”.

La llegada del ch … abismo al poder despertó entusiasmos entre organizaciones de izquierda y movimientos populares, y también concitó a su favor el apoyo de intelectuales, profesionales y artistas. A lo hecho pecho, pero conviene no olvidar los errores del pasado, algunos muy garrafales, precisamente para no repetirlos.

Muchos dándose hoy golpes en el pecho, al punto de acabar con ellos, lo que de suyo no está mal si eso se viera como gesto de rectificación, asumieran su error e intentaran aportar soluciones, ideas que contribuyan a superar esta tragedia que ya luce decimonónica.

Mientras otros hoy le rezan a aquel cuyo poder tuvo un origen democrático, y en su ejercicio se volvió un dictador, la Venezuela decente, la mayoritaria, invoca la gloria de mejores tiempos de libertades pública. Porque la verdad sea dicha, somos más los que queremos salir de esta barbarie, mala suerte de caverna en que pretendió ocultarnos el golpismo.

Venezuela no es una lata, ni nosotros sardinas. Somos ciudadanos que queremos una reforma del estado en que nos encontramos. Como el pan en la mesa, cada cosa en su lugar, y cada quien y cada cual por su nombre.

 

Jesús Peñalver