Posiblemente te hayas preguntado en alguna ocasión cuál es el motivo por el que los aviones reducen notablemente la iluminación de la cabina durante las maniobras de despegue y aterrizaje. Y, también, es posible que hayas sacado tus propias conclusiones al respecto. Sin embargo, ¿son correctas?. www.elsol.com.ar
Un breve sondeo entre algunas personas de mi entorno, lejos de aclarar la situación sembró todavía más dudas. Las razones esgrimidas justificaban la maniobra fundamentalmente en tres argumentos: la voluntad de crear un ambiente relajado entre los pasajeros, el ahorro energético y la voluntad de reducir la contaminación lumínica. Sin embargo, ninguna de ellas es correcta. Los motivos son exclusivamente de seguridad.
La clave: ganar tiempo
Los momentos más críticos durante un vuelo coinciden con el despegue y el aterrizaje. Por ello, las autoridades aéreas, con la voluntad de minimizar riesgos y asegurar el éxito de la evacuación en si se produce un siniestro, han tenido muy en cuenta todos los factores que podrían afectar a la maniobra. Uno de ellos -y fundamental- es la reacción del pasaje.
El ojo humano tarda un tiempo -aproximadamente unos diez minutos- en adaptarse a la oscuridad y, en caso de que surja una eventualidad, el tiempo es oro. Si la cabina está en penumbra, los pasajeros han ido acostumbrando su visión a la tiniebla, de modo que a pesar de la escasez de luz, serán capaces de ver con mucha más nitidez, seguir las indicaciones pertinentes, dirigirse más fácilmente hacia las salidas y, lo que es más importante: les permitirá ganar tiempo.
Alfonso de Bertodano, psicólogo especializado en fobias y comandante de Air Europa es muy gráfico al incidir en la importancia del factor tiempo. “Las autoridades aéreas y en concreto la FFA (Agencia Federal de Aviación) someten las aeronaves a una serie de pruebas de evacuación como paso previo a la certificación”.
Y añade “el límite temporal para llevar a cabo esta evacuación es de 90 segundos”, un periodo que debe ser suficiente para permitir que todas las personas que se encuentran a bordo puedan salir utilizando únicamente la mitad de las salidas, en concreto las que se encuentran a nivel de suelo. Por lo tanto, no valdrían las salidas de emergencia situadas sobre las alas.
90 segundos
¿Por qué un minuto y medio? Según Bertodano “90 segundos es el tiempo que tardaría la atmósfera del avión en hacerse irrespirable en caso de que el motivo de la evacuación fuese un incendio con humo dentro de la cabina de pasaje”. Y prosigue “el límite se ha fijado para no comprometer a la seguridad, ya que en aviación siempre nos preparamos para el peor escenario. Por eso es crítico llevar las luces atenuadas: para no comprometer esos 90 segundos”.
El comandante pone como ejemplo de ello la certificación del número de asientos del Boeing 737. “Al diseñar un avión, la voluntad del fabricante es poder transportar el mayor número de personas para, de esta forma, lograr más ventas. Pongamos en este caso, 250. Sin embargo, al efectuar las pruebas de evacuación, en 90 segundos, solo es posible desocupar a 200 pasajeros”. Y puntualiza “estos 200 es el límite que pone la FAA para la ocupación máxima de este modelo avión”.
A partir de aquí, cada aerolínea determina el número de asientos que tendrán sus cabinas. “Air Europa, por ejemplo, ha optado por incluir únicamente 186”, apostilla. Cuestión de seguridad.