Venezuela necesita una RECONSTITUYENTE; por @MichVielleville

Venezuela necesita una RECONSTITUYENTE; por @MichVielleville

thumbnailmichelle

 

Hoy parece haber cambiado absolutamente el panorama que hace un par de semanas atrás dominaba y determinaba las discusiones y daban forma a la opinión pública nacional. Aquel hipotético escenario de instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, con aviesas motivaciones, mirado de soslayo, terminó por materializarse sobre la base del terror y la violencia. Nicolás Maduro decidió dejar de torturar la democracia, aparentemente dando el mensaje al mundo que pudo sojuzgarla sin exterminarla completamente.





Esto quiere decir que el efecto aparente, aunque nuestra sociedad hubo echado por tierra esa propuesta, simbólicamente significó una muestra de omnipotencia política. Pero el efecto real fue la imagen antípoda, ya que demostró a un Gobierno debilitado que eligió el camino de la opresión, con el apoyo de unos pocos obnubilados por las coimas prometidas. De ahí entonces que el desafío en nuestros días sea restaurar nuestra institucionalidad democrática, con la lucha en la calle, pero sin abandonar los espacios desde donde es posible construir el cambio que requiere el país.

Es por ello que se hace necesario salir un poco de los ambages, y plantear posturas firmes, para poder reconfortar el ánimo de millones de ciudadanos expectantes con profundas convicciones democráticas, hoy en día lamentablemente se sienten desesperados y desesperanzados por los embates de un modelo político-económico en colapso, que acabó con su poder adquisitivo y desmejoró en todos los sentidos su calidad de vida; pero, sobre todo, que a diario trata de doblegarnos moral y socialmente, al imponer su imagen del mundo sin tener en la mínima consideración las otras perspectivas y formas de concebir la organización de la vida en comunidad bajo un modelo de pluralidad.

Como sacado de un vademécum castro-comunista, los proponentes de la Constituyente, simplemente se negaban a reducir su destino al exterminio simbólico en la vida política del país, optaron por aplicar la estrategia que consiste en urdir mediáticamente con iteración un clima de aparente triunfo y de estar situados en el montículo más excelso, porque les sirve como mecanismo psicológico para promover la resignación ciudadana, cual sustancia deletérea, en su intento por doblegar a toda una sociedad históricamente acostumbrada a luchar por su propia libertad.

Y sobre la base de esa estrategia, para nadie es un secreto que la posibilidad de recuperar la estabilidad política resulta ser un escenario difícil de poder materializar a la brevedad, si se toma en cuenta el estado de la economía; o peor aún, si se considera el nivel de deterioro social y moral del pueblo venezolano que, sumado a la crisis de su sistema económico, hace más embarazoso el diseño de soluciones inmediatas.

Así, hoy en Venezuela no sólo es el contexto hodierno pierde sentido frente a la esperanza de un futuro más reconfortante, sino la misma noción de futuro la que se encuentra sumida en un destino traumático, cuando el ciudadano promedio percibe que la sociedad en la cual reside ha dejado de ser la tierra prometida para entablar procesos mínimos de entendimiento, al convertirse en un campo de constantes amenazas y riesgos, y sin alguna señal de posible transformación positiva sobre la cual poder concentrar la esperanza.

Este diagnóstico muestra cuán desatinado resultó ser esa Asamblea Nacional Constituyente, que en nada se encuentra favoreciendo el país ni se traduce en soluciones a problemas concretos, como lo son para el día de hoy la provisión de alimentos y de medicinas; la inflación descontrolada que a diario hace cenizas el salario del ciudadano; o la inseguridad que sigue azotando y cobrando vidas de centenares de venezolanos anualmente.

Definitivamente Venezuela necesita de una reconstituyente, que le devuelva a su sociedad, vista como organismo vivo, sus condiciones normales de salud democrática; esto es, su fortaleza para enfrentar cualquier factor político con pretensiones tiránicas y el rigor necesario para reconstruir su cultura política cívica. Hay una estrategia del Gobierno puesta en marcha, que consiste precisamente en desmoralizar y no solo acabar con las ideas que le adversan sino también con cualquiera de los adversarios a sus dogmas políticos. Frente a esto, la voluntad ciudadana debe fungir como mecanismo idóneo desde donde poder trazar estratégicamente formas alternativas para la conquista de los objetivos originalmente previstos por la Unidad, desbrozándolos de cualquier digresión y pendencia.

En suma, hablamos de una sociedad que considera esencial recuperar su vitalidad a como dé lugar. Y precisamente, ese proceso reconstituyente considera pertinente no abandonar la lucha electoral, sino por el contrario, demostrar rigor por medio del abrumador apoyo en votos que en un contexto político como este se puede esperar.