El primer paso público contra Nicolás Maduro lo dio Donald Trump la noche del 15 de febrero cuando recibió en el Despacho Oval a Lilian Tintori, la esposa del líder opositor venezolano encarcelado Leopoldo López, reseñó Diario las Américas.
“Venezuela debe permitir que Leopoldo López, un preso político y marido de Lilian Tintori, salga de prisión inmediatamente”, escribió Trump en Twitter, acompañando el texto con una foto junto a la mujer del dirigente de Voluntad Popular; su vicepresidente, Mike Pence, y el senador republicano Marco Rubio.
Desde entonces, Trump fue endureciendo el tono contra Maduro y aplicando sanciones cada vez más enérgicas, que han incluido al propio presidente de Venezuela y que, de momento, tienen su último capítulo en la serie de medidas financieras aprobadas el mes pasado en un intento de asfixiar la financiación del Gobierno venezolano.
En todo este proceso ha jugado un papel clave uno de los protagonistas de esa foto de febrero: el senador Rubio. Fue él quien organizó el encuentro con Tintori en la Casa Blanca, donde nunca la recibió Barack Obama, y él es el hombre al que escucha Trump cuando se trata de Venezuela.
Anticastrista de origen cubano nacido en Miami en 1971, miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y presidente del Subcomité para el Hemisferio Occidental, Rubio siempre se ha expresado abiertamente sobre los temas latinoamericanos desde que llegó a Capitol Hill en 2010 como representante de Florida.
Es un defensor de la línea dura. Encabeza la oposición en el Congreso a Maduro, a Raúl Castro y a todo líder de izquierda de un eje boliviariano que en los últimos años ha ido menguando. Venezuela, suele decir, está siguiendo el camino cubano.
Durante la administración de Barack Obama fue uno de los férreos opositores a la política latinoamericana del demócrata, que logró su mayor éxito político en la región con el acercamiento a Cuba.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, de ser una de las voces del disenso frente a la política latinoamericana del Gobierno, Rubio ha pasado a ser consejero de un presidente del que fue rival, por cierto, durante las primarias del Partido Republicano.
Ha contribuido a ello el carácter de Trump, que ya ha demostrado en varias ocasiones durante sus siete meses de mandato que no siempre sigue las vías ordinarias de actuación de un presidente, y el hecho de que en el Departamento de Estado haya habido puestos importantes relacionados con el área latinoamericana vacantes durante mucho tiempo desde la llegada de la nueva administración.
“Me han pedido mi aporte en básicamente cada uno de los temas de América Latina y el Hemisferio Occidental”, dijo el senador hace un par de meses. “De alguna forma, el hecho de que no llegaran con ideas preconcebidas sobre lo que hay que hacer ha creado un espacio para el debate”.
Rubio también estuvo implicado en el anuncio de cambios hacia Cuba que hizo Trump en junio y que pasan por eliminar toda opción de hacer turismo en la isla para los estadounidenses y por vetar a las empresas hacer transacciones con compañías en manos de las fuerzas armadas cubanas.
“Para Rubio no hay nada más importante que echar atrás la política de Obama para Cuba”, indicaba entonces a dpa Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, uno de los think tanks sobre temas latinoamericanos más conocidos de Washington.
El senador estuvo con Trump cuando habló a los anticastristas en Little Havana, el histórico barrio del exilio cubano en Miami. Y estuvo también con el vicepresidente Pence cuando, el mes pasado, acudió a hablar al exilio venezolano en Doral, ciudad del condado de Miami-Dade donde se concentra.
Casado con una estadounidense de origen colombiano, Rubio es un republicano que utiliza regularmente el español en sus apariciones públicas y los comunicados de prensa de su oficina están escritos también en ocasiones en los dos idiomas. El 1 de agosto, tras la elección de la Asamblea Constituyente, dirigió un mensaje en español a los venezolanos emitido por Globovisión.
Ese mismo día, respondía en directo en FoxNews a la pregunta de por qué la crisis venezolana debe preocupar en Estados Unidos.
Más allá de hablar de la necesidad de defender la democracia, Rubio expresó una idea que bien podría haber atraído la atención de Trump: la presión migratoria hacia Estados Unidos en la que puede derivar una situación que ya hizo crecer exponencialmente las peticiones de asilo venezolanas en el país norteamericano.
Venezuela puede desestabilizar Colombia, dijo Rubio, “porque los narcotraficantes en Colombia son gente a la que ya ha ayudado durante mucho tiempo” el Gobierno de Maduro.
“Eso nos lleva a Centroamérica, que es de donde viene la presión migratoria y de las drogas sobre Estados Unidos”, añadió. Si la situación actual continúa en Venezuela, “podemos ver que se extiende a Colombia, Honduras, Guatemala, Nicaragua ya está ahí, El Salvador y, en último término, a México y de ahí, a la frontera estadounidense”, manifestó.