En las calles de Caracas deambulan cada vez más niños y de menos edad. Se trata, según analistas y activistas de derechos humanos, de una nueva oleada de pequeños que prácticamente han abandonado sus hogares, aunque esta vez la razón es una sola: “La falta de comida en sus casas”. EFE
Por Nélida Fernández
En algunos casos los niños están en compañía de algún hermano que también es menor de edad, en otros, van con amiguitos o vecinitos, aunque también se conocen las historias de familias que se han quedado sin techo y ahora sus miembros se dispersan con la misión de mendigar alimentos para todos o buscarlos en la basura.
Alex y Tomás, de 14 y 10 años, respectivamente, caminan por el municipio caraqueño de Chacao pidiendo a los transeúntes que les regalen algo de comer.
El mayor, Alex, dijo a Efe que ellos son dos de doce hermanos que viven en uno de los barrios que forman parte de Petare, la favela más grande de América Latina, ubicada en el municipio Sucre, en el este de Caracas.
Su mamá vende tortas para mantener el hogar pero no alcanza, y mientras los 12 hermanos esperan que inicie el año escolar en la escuela “Abajo Cadenas” buscan comida, con el permiso de la progenitora.
Según el último estudio de la Organización Cáritas de Venezuela, 35,5 % es el total de niños pobres, de cero a cinco años, que presenta alguna forma de desnutrición, mientras que 41 % sale a mendigar comida o buscar alimentos en la basura.
La coordinadora de la Fundación Amigos del Niño que Amerita Protección (Fundana), la psicóloga Ninoska Zambrano, dijo a Efe que “la situación actual es una situación jamás vista” en Venezuela, al ser consultada acerca del aumento del número de niños que se encuentran en la calle en situación de mendicidad.
“A mediados de los 90 veíamos a muchos niños en situación de calle, lo que se está viendo ahora es mucho más grave porque no son niños, digamos prepúberes, niños entre los 10 y los 12 años, o preadolescentes, sino que estamos viendo niños mucho más pequeños”, señala.
Zambrano explica que Fundana tiene capacidad para tener a 100 niños bajo protección residencial en su casa de abrigo y en las llamadas “Villas Los Chiquiticos”, y que en vista de la situación de emergencia se abrieron casi 30 cupos más.
“Hay padres que salen con sus hijos como estrategia para sobrevivir, para comer en la calle, ni siquiera es que los están explotando sino que les dicen ‘pide para que te den’, entonces muchos niños dicen ‘aquí (en la calle) como dos o tres veces al día y si me quedo en la casa no comería'”, explica la psicóloga.
También informa que, gracias al trabajo que realiza Fundana dentro de las barriadas populares del municipio Sucre, se ha detectado que “en Petare hay niñas que están siendo explotadas sexualmente a cambio de cantidades de comida”.
“Las familias están haciendo cosas que no solo los llevan a quebrarse físicamente, sino que en general, socialmente, estamos siendo quebrados moralmente que es lo que más preocupa”, dice.
El director de la asociación civil Red de Casas Don Bosco, a la que pertenecen 10 casas que dan cobijo a más de 1.300 menores en todo el país, el abogado Leonardo Rodríguez, cree que en la actualidad los niños que están en la calle tienen menos edad que antes y ahora, además, se observan más niñas.
“El problema tiende a convertirse en crónico porque los niños no están huyendo de la casa por un problema de violencia intrafamiliar o porque deben salir a trabajar como ocurría en el pasado, ahora los niños están siendo sacados de sus casas para que consigan alimentos”, afirma Rodríguez.
El abogado señala que muchas madres, al observar que sus hijos han abandonado el hogar, los buscan en las casas Don Bosco y en muchos casos dicen saber que sus niños han estado en búsqueda de comida.
“Lo que estamos viendo es que se está reforzando la conducta de permanecer en la calle, aquí lo que hay es un tema de que hay hambre y las familias están poniendo a los niños a pedir comida, aunque ese proceso no es tan frívolo como la gente cree, es algo gradual”, explica.
“No hay nada que comer en la casa y la mamá le dice a los hijos ‘¿por qué no van con el vecino a ver si les regalan un pan?'”, comenta.