Entre la vida y la muerte, así están los 280 pacientes renales que acuden al Centro de Diálisis de Occidente (CDO), adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), al no recibir el tratamiento adecuado que les garantiza la sobrevida antes y después de someterse a un trasplante de riñón, reseña el Diario La Verdad.
En la mañana de ayer, familiares de los tratados manifestaron su preocupación, durante una concentración que se realizó en el CDO, en la avenida Delicias con calle 74. La principal queja es que 11 de las 49 máquinas para dializar permanecen dañadas”.
Los médicos del CDO se plegaron a la protesta. Se solidarizaron al hacer todo lo que está a su alcance para suministrar los tratamientos existentes, además de la escasez de estos, agudiza más las condiciones. “Son insumos hospitalarios que no venden en farmacias y no se consiguen por ningún lado”, explicó uno de los integrantes de la protesta.
De por vida
Tres veces a la semana se dializan los pacientes renales. Lunes, miércoles y viernes o martes, jueves y sábado, tres o cuatro horas cada día, durante años, hasta ser trasplantados.
La vida de una persona cambia cuando le diagnostican falla renal y la única opción es recibir hemodiálisis o diálisis peritoneal, para reemplazar la función que sus riñones ya no pueden realizar. La situación se complica ante la falta de cupos, medicamentos, reactivos, insumos y personal en las unidades de diálisis.
Antonio Vílchez (69) relata el drama en el CDO: “Esto nos afecta a todos porque no recibimos el número de horas de tratamiento, porque las máquinas que funcionan son pocas, solo recibimos dos horas de diálisis que no son suficientes”.
Una de las personas concentradas en el lugar contó su odisea: “mi papá es dializado aquí y nada que tenemos respuesta de cuándo repararan los las máquinas, averiguamos y nos informan que están de manos atadas que solo pueden atender por dos horas a los pacientes mientras llegan los técnicos de las máquinas de diálisis”.
La mayoría recibe tratamiento de hemodiálisis. La persona es conectada a una máquina por un acceso vascular, el cual puede ser una fístula o catéter, a través del cual la sangre pasa del organismo a una máquina, allí se eliminan las toxinas. El equipo realiza la función de los riñones y luego la sangre regresa a la persona. Para esto el paciente debe ir a una unidad hospitalaria o particular o extra hospitalaria.
Glenda Albornoz tiene 23 años siendo dializada y habla con propiedad sobre esa dependencia y desgaste. “Esta enfermedad te da mucho desgaste, no te permite luchar. Uno quiere ir a los organismos a denunciar para que las cosas cambien, pero no es fácil. Esto es una enfermedad terminal y dependemos de esas máquinas”.
CIFRAS
11 son las máquinas de diálisis averiadas en Centro de Diálisis de Occidente.
3 meses llevan a la espera de reparación de los equipos de diálisis en la unidad extra hospitalaria.