Foto: Infobae
Incertidumbre. Ésa es la sensación que domina en todo el proceso independentista catalán. Primero porque aún no se sabe en qué condiciones se llevará a cabo, cuánta gente podrá votar, hasta qué punto cumplirá la Policía la orden judicial de impedir la votación, y qué pasos seguirán los gobiernos enemigos de Carles Puigdemont y Mariano Rajoy a partir del lunes. Segundo, porque en caso de que la consulta prospere, gane el Sí y finalmente se concrete la independencia, no es fácil predecir qué cambiará y qué seguirá igual que antes, reseñó Infobae.
El primer gran interrogante es qué va a pasar con la nacionalidad. El artículo 11 de la Constitución establece que “ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad”. Pero el artículo 24 del Código Civil sostiene que “pierden la nacionalidad española los emancipados que, residiendo habitualmente en el extranjero, adquieran voluntariamente otra nacionalidad”. Ese podría ser el caso de los catalanes. No obstante, ocurriría en un plazo de tres años, y los ciudadanos podrían declarar su voluntad de seguir siendo españoles.
Otro punto de incertidumbre es qué pasaría con la Unión Europea (UE). Al menos en un primer momento, no podría ser parte, ya que para eso tendría que haber firmado tratados de adhesión y ser aceptada por el resto de los miembros, algo que Cataluña no ha hecho. El ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, lo explicó muy claramente en 2014: “Cuando una parte del territorio de un Estado miembro dejara de pertenecer al Estado en cuestión, por ejemplo porque se convirtiera en un país independiente, los tratados cesarían de aplicarse en ese territorio”.
Aunque siga todos los pasos necesarios para adherirse en el futuro, todo indica que sus probabilidades de éxito son mínimas. La razón principal es que cualquier miembro pleno tiene la capacidad de bloquear las negociaciones. ¿Alguien imagina a España aceptando la incorporación de Cataluña?
Por otro lado, la ruptura con Europa tendría dramáticas consecuencias económicas, ya que quedaría por fuera del mercado común. Eso significa que sus bienes de exportación pasarían a pagar altas tasas aduaneras, lo que evidentemente implicaría una dramática caída de las ventas al exterior.
Pero Cataluña no sólo quedaría afuera de la UE. En realidad, al ser un nuevo país, ya no tendría acceso a organismos internacionales como la ONU, la Organización Mundial del Comercio, el FMI y la OTAN. A juzgar por otros casos de territorios que se independizaron a la fuerza, como Kosovo, es muy poco probable que sea admitida en el mediano plazo en esas entidadades.
Frente a estas problemáticas de primer orden político y económico, el fútbol puede parecer algo menor. Sin embargo, no lo es para muchos fanáticos que quieren seguir viendo al Barcelona y al Espanyol compitiendo en uno de los torneos más importantes del mundo. Javier Tebas, presidente de la Liga Española, fue categórico cuando le preguntaron si podrían participar. “Si se produce la independencia de Cataluña, en ese aspecto la Ley del Deporte es muy clara y sólo permite jugar en La Liga a equipos españoles”, afirmó.
Es cierto que se podría modificar la legislación para incluir una excepción. Ya hay una, Andorra. Aunque parece difícil que pueda admitirse en el caso de Cataluña, donde la secesión se realizaría a la fuerza. De todos modos, eso no sería lo más grave. Tebas insinuó que tampoco podría participar de campeonatos europeos. “Para cualquier equipo es muy complicado jugar una competición internacional si se separa unilateralmente de un estado”, dijo el dirigente.