Jesús Peñalver: Fortaleza en la unión

Jesús Peñalver: Fortaleza en la unión

Jesús Peñalver @jpenalver
Jesús Peñalver @jpenalver

Quiero poner aquí un caso, que nos puede indicar lo mucho que se puede conseguir, cuando las opiniones se unen:

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes quisieron controlar las escuelas de Holanda. En ese país, las escuelas primarias estaban controladas por comités comunales. Como las fuerzas de ocupación podían poner un soldado en cada escuela, dieron un bando en el que se decía, que ningún profesor podía ser nombrado sin el consentimiento de la Kommamdantur (comandancia del ejército alemán).

Quince días más tarde moría un profesor. El comité del pueblo, sin consultar con las autoridades alemanas, nombró un nuevo profesor. Aunque alguno de los del comité objetó que se debería pedir permiso a los alemanes, todos los del Comité dijeron: “Nosotros tenemos nuestra decisión y no pediremos nada a la Komamdantur”.





A los quince días se presentaron los soldados alemanes, rodearon la escuela, fueron a buscar a los miembros del Comité y pusieron a éstos a los largo de un muro para fusilarlos.

El oficial alemán se plantó en medio de ellos y les dijo:
– “¿Es cierto que fue nombrado un profesor en esta escuela?”
– Todos respondieron: SÍ.
– Si yo os meto a la cárcel, preguntó el oficial alemán, “¿también estaréis de acuerdo todos?”
– SÍ, respondieron todos.

El oficial alemán montó en cólera. Dio órdenes a los soldados para que colocaran a los hombres en situación de ser fusilados y dijo:
– “Y si yo os fusilo a todos, ¿estaréis de acuerdo también en la decisión?”
– SILENCIO.

Los hombres que estaban frente a los soldados para ser fusilados, respondieron uno detrás del otro:
– SÍ, SÍ, SÍ, SÍ …

SILENCIO
El oficial alemán dio órdenes a sus soldados de que bajaran sus armas … Reunió toda su compañía y partió sin haber hecho nada.
El hecho nos demuestra –eso creo- que la unión hace la fuerza. Hoy Venezuela la necesita como un compromiso ineludible e impostergable, ante la pesadilla que nos perjudica y destruye en su terco afán por eternizarse en el poder. Resulta conveniente sortear y superar los obstáculos que suponen las diferencias políticas, las visiones disimiles de la crisis que nos acogota, y por qué no decirlo, las aspiraciones candidaturales que son evidentes en el ánimo de muchos líderes.

Bien vale la pena esperanzarse por Venezuela; unir esfuerzos por una salida a la desgracia que desde hace dieciocho tortuosos años nos perturba, nos enferma y nos mata. Vivir en una perenne tristeza y desasosiego no es vida. Merecemos un mejor país, y eso solo podemos lograrlo nosotros, porque está más que demostrado que la peste chavista nos niega esa posibilidad.

Porque la verdad sea dicha, es preciso no haber nacido en un país, padecer de un resentimiento muy arraigado o ser bien despreciable para odiar a su gente. Mientras el país va por un despeñadero, hora triste, de angustia, cuesta abajo en su rodada, como dice el tango, el mandón sigue mintiendo, viajando, bailando…

Si algo está podrido, además de los alimentos en los contenedores, es justamente el concepto socialista del chavismo. Estamos en una clara y alarmante constatación de que vivimos en un desolado infierno bolivariano.

Hoy vemos con tristeza como un miserable sigue convenciendo a un pueblo noble e inerme, escaso de talento para advertir la verdad.

Insisto, se trata de una pesadilla dieciochoañera coloreada de un rojo alarmante, que jamás ha debido tener cabida en ningún lugar del mundo. Hoy la padecemos en mala hora en Venezuela, y solo la unidad de propósitos y la conjunción de talentos desvestidos de apetencias y rencores, de egoísmos y de miserias humanas podrán ayudarnos a salir de esta atolladero, de este abismo al que nos asomó y nos lanzó aquel desquiciado milico golpista.

Fortaleza en la unión, lo cual comporta también un elevado nivel de conciencia democrática y de valor para combatir aquellos gobiernos que coartan la libre expresión del pensamiento, los Derechos Humanos en general, mejor dicho. Venezuela –ninguna nación- merece ni puede seguir viviendo bozaleada por ninguna dictadura.