El público se percata que ese dinero es fabricado artificialmente y sabe que detrás viene el aumento de los precios. Lo primero que ocurre es que la moneda se devalúa y ello se traslada inmediatamente a los costos de producción y de allí a los precios formando así un círculo vicioso. Al aumentar los precios los trabajadores solicitan incrementos de sus salarios y ello provoca que las empresas suban los precios lo que a su vez induce al banco central a crear más dinero y vuelven a subir los precios hasta conformar la hiperinflación.
Desatada la hiperinflación sus primeras víctimas son los pobres y la clase media. Los salarios en términos del poder de compra empiezan a caer, las pensiones y jubilaciones se evaporan y el ahorro desaparece. Con la hiperinflación también la moneda pierde valor y la devaluación se hace imperativa. Todo se destruye. Venezuela ingresa al desprestigiado grupo de naciones que sufre de hiperinflación después que el gobierno de despilfarró la mayor riqueza petrolera de su historia. Cálculos elaborados por la Asamblea Nacional y por firmas especializadas apuntan a que 2017 cerrará con un aumento del costo de la vida en el rango entre 1.200% y 1.400%.
Combatir la hiperinflación y derrotarla implica diseñar e implementar un programa económico que restaure el valor de la moneda lo que lleva consigo bajar la inflación drásticamente. Ello sentará las bases para que la economía recupere su crecimiento. Para esto sea posible hay que detener de inmediato la locura monetaria que reina en el BCV y que lo está llevando a imprimir dinero sin respaldo. Solamente corrigiendo el déficit fiscal y evitando que el BCV siga destruyendo la moneda se detiene la hiperinflación. Es hora de actuar antes que la hiperinflación siga devorando a los venezolanos.