Si los 2 millones 200 mil votantes que abandonaron a la MUD en octubre por negligencia cívica, malestar y decepción con su desempeño o insatisfacciones morales contribuyeron a que el fraude llegará más allá de su tradicional catálogo de trampas, no hay que acudir a una bola de cristal para ver lo que hará el gobierno con la decisión angustiada y desesperada de los opositores que prefieren apartarse de la batalla electoral. Tienen sus razones, pero el costo que todos pagaremos será alto.
Todo indica que partidos con peso optan por esperar la derrota sin intentar evitarla. La cercanía de elecciones presidenciales incentiva anticipar los deslindes por candidaturas, pero no justifica dinamitar sus relaciones y ahondar sus divisiones. En tales circunstancias calificó de heroica la decisión de participación de AP y UNT, no por adjudicarles virtudes, que las tienen igual que AD, PJ y VP, sino para subrayar sus empeños afanosos de nadar bajo un vendaval y contra la corriente.
El patriotismo de partido inclinará a los militantes de las organizaciones que no presentaron candidatos al ausentismo. Los comisarios del CNE en los Centros de Votación y los efectivos del plan república adoctrinados en la ideología roja actuarán el 10 de diciembre contra una línea defensiva desguarnecida. Los ciudadanos, de la MUD y fuera de ella, que vayan a votar por candidatos de oposición, tendrán que sacar músculo que hoy no tienen. A menos que las comunidades cercanas a los centros y la propia sociedad civil tomen en sus manos la resistencia al fraude, serán arrasados. Unos abstencionistas aplaudirán, otros bajarán la mirada.
Buena parte de mis amigos que no van a ir a votar no son abstencionistas de doctrina o de interés político particular, tipo Vente. Se toman un taima en la lucha y concentran su energía en ajustar cuentas dentro de la oposición, afincándose en reclamos a un líder o un partido o que se prometa que nadie se juramentará ante la moribunda Constituyente. No parecen ver las consecuencias políticas injustas y dañinas para el país y para la lucha de la sociedad democrática contra este Estado autocrático. La peor es inflar las posibilidades de perpetuación de Maduro.
Más acá de la nariz, la conflictividad entre los partidos de la exMUD podría llegar incluso a bloquear toda iniciativa para recomponer alguna forma de acción conjunta en determinados espacios, conservando autonomía para desarrollar políticas competitivas en otros.
Se producirá una fuerte pulsión a convertir la desesperanza en la retirada hacia una vida sin mundanal política y tomará posición hegemónica la idea de que no hay salida. Quedaremos guindando de la fílmica irrupción del séptimo de caballería para poner en huida a los bandidos, en una de superhombres e indios.
Pero, la pregunta permanecerá, en medio de incertidumbres y tensiones, ¿quién se quedará en la cabina de proyección cuando termine esta función?
@garciasim