Las esperanzas de un hombre de Utah de ser liberado de una cárcel venezolana en la que lleva más de un año residen ahora en un magnate naviero muy cercano al gobierno de Venezuela.
AP
Aún no está clara la razón por la que Wilmer Ruperti está financiando la defensa del ex misionero mormón Joshua Holt. El empresario venezolano no ha comentado al respecto, y los padres de Holt solo dicen que están agradecidos por la ayuda después de que su hijo ha pasado 16 meses confinado, acusado de acopio de armas en un caso que, de acuerdo con los simpatizantes de Holt, era una trampa orquestada como represalia contra Estados Unidos en un contexto de creciente tensión entre Washington y Caracas.
El apoyo financiero para la defensa jurídica de Holt es incluso más notable debido a que Ruperti también respalda al equipo que defiende a los dos sobrinos del presidente Nicolás Maduro en un juicio por narcotráfico en Estados Unidos, además de que sigue haciendo negocios con el gobierno de Maduro. El año pasado, una de sus compañías ganó una licitación de 138 millones de dólares de la paraestatal petrolera PDVSA para retirar una duna de 12 millones de toneladas métricas de un derivado del petróleo utilizado como combustible en plantas termoeléctricas.
Ruperti, de 57 años, rechazó una solicitud de comentarios, pero el año pasado dijo a The Wall Street Journal que ayudaba a la defensa de la familia del mandatario porque piensa que los cargos que presentó Estados Unidos son un intento de desestabilizar a Venezuela y proyectar al país como un narcoestado.
Los sobrinos de Maduro, Efraín Campos y Francisco Flores, fueron arrestados en 2015 en Haití y trasladados a Nueva York, donde hace un año se les declaró culpables de asociación delictuosa para contrabandear más de 800 kilogramos (1.700 libras) de cocaína hacia Estados Unidos.
En el caso de Holt, Ruperti se ha convencido de que el estadounidense está siendo retenido injustamente como moneda de cambio, afirman personas con conocimiento de su participación. Señalan que Ruperti, quien ha presionado activamente a las autoridades para la liberación del estadounidense, es un católico devoto con hijos de la misma edad que Holt.
Holt, de 25 años, viajó a Venezuela en junio de 2016 y se casó con una mormona que conoció en internet mientras practicaba su español. Había planeado pasar varios meses en Caracas con ella y las dos hijas de ella para tramitar las visas para que todos pudieran mudarse a Estados Unidos.
Sin embargo, fue arrestado en el apartamento de su esposa en un conjunto habitacional público. La policía alega que escondía dos fusiles de asalto y granadas, y funcionarios del gobierno posteriormente lo relacionaron con intentos no específicos por parte de Estados Unidos de perjudicar al gobierno de Maduro durante un momento de inestabilidad económica y política.
Después de guardar silencio durante meses sobre el insólito benefactor de su hijo, Laurie y Jason Holt ahora le dan el crédito a Ruperti por mantener abierto un caso que temían quedara en el olvido debido al apuro del presidente estadounidense Donald Trump por imponer sanciones tanto a Venezuela como a altos funcionarios de ese país.
Ruperti visitó este año a la familia de Holt en su residencia de Salt Lake City, y se ha reunido con Holt en algunas ocasiones dentro de la prisión de Caracas en la que está encerrado junto con algunos de los más destacados rivales políticos de Maduro. Al empresario también se le vio la semana pasada mientras salía de un tribunal de Caracas con una pulsera en la muñeca que traía la leyenda #JusticeForJosh (Justicia para Josh), la cual fue regalo de la familia Holt.
“Es como el padrino de Josh”, dijo Laurie Holt a The Associated Press. “Intenta ocuparse de todo lo que necesita Josh”.
Las posturas aparentemente contradictorias de Ruperti ofrecen un vistazo a la enmarañada y a menudo desconcertante red de conexiones políticas y empresariales que dominan el proceso de toma de decisiones en Venezuela.
Ruperti, quien también trabajó como capitán de un buque petrolero antes de iniciar su propio negocio naviero, tiene añejos nexos con el gobierno venezolano. En 2002 salió al rescate del entonces presidente Hugo Chávez al alquilar una flota de barcos cisterna rusos para importar gasolina después de que los trabajadores de PDVSA se declararon en huelga y provocaron un desabasto de combustible en Venezuela.
Gracias a sus esfuerzos, Chávez lo condecoró con honores militares, y Ruperti vio prosperar su negocio al convertirse en un valioso contratista de PDVSA. El empresario demostró su gratitud al regalarle al mandatario dos pistolas que utilizó Simón Bolívar, héroe de la independencia venezolana, y que según reportes tuvieron un costo de 1,6 millones de dólares. Sin embargo, posteriormente fue demandado por una unidad de una compañía naviera rusa por el supuesto pago de millones de dólares en sobornos. La disputa comercial se resolvió el año pasado.
El empresario se involucró en el caso Holt hace cuatro meses a pedido de un amigo estadounidense que práctica la navegación en yates, Bill Duker, según tres personas familiarizadas con la situación que acordaron discutir el asunto solo si no se mencionaban sus nombres por la naturaleza delicada del tema. Indicaron que con el respaldo financiero de Ruperti, Duker solicitó la ayuda de su amigo David Boies, cuya firma de abogados de Manhattan también está defendiendo a uno de los dos llamados “narcosobrinos” de la primera dama venezolana Cilia Flores. Ambos acusados firmaron una exención de conflicto de intereses después que los fiscales estadounidenses les advirtieron que un tercero que esté pagando su defensa podría no seguir la estrategia que más les convenga. Su sentencia está programada para el próximo mes.
Mientras tanto, Holt también consiguió comparecer un día ante la corte bajo la custodia de Ruperti.
El mes pasado, los abogados pidieron que se desestimaran los cargos durante una audiencia preliminar que debió realizarse en los 20 días posteriores al arresto de Holt, pero que se retrasó sin explicación durante 15 meses, lo que llevó al gobierno de Estados Unidos a cuestionar los motivos de su detención. La jueza Ana María Gamuza aún tiene que emitir un fallo. La próxima audiencia está programada para el miércoles.
Aun así, los intereses comerciales y políticos de Ruperti podrían complicarse aún más.
El gobierno de Trump ha estado aumentando la presión sobre el gobierno socialista de Venezuela, y gran parte de la atención se ha centrado en la corrupción en PDVSA.
Como parte de una investigación estadounidense los fiscales han obtenido declaraciones de culpabilidad de 10 personas por su papel en el pago de sobornos a funcionarios de PDVSA. Y el mes pasado en España, la policía arrestó a cuatro ex funcionarios de alto rango vinculados con Rafael Ramírez, quien dirigió PDVSA durante una década hasta que fue designado embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas en 2014.
El gobierno de Estados Unidos dice que sospecha que funcionarios desviaron al menos 2.000 millones de dólares de PDVSA durante la gestión de Ramírez.
Por ahora, los padres de Holt dicen que han dejado de preguntarse por qué Ruperti está ayudando con el caso de su hijo. Simplemente están preocupados por la salud de Holt.
Laurie Holt dijo que su hijo ha estado perdiendo peso en las últimas dos semanas como resultado de una infección intestinal, y que su esposa Thamara Candelo, quien está detenida como presunta cómplice, necesita una cirugía en el manguito rotador para aliviar el dolor que se ha propagado por el lado derecho del cuerpo.
“No tenía que hacer esto”, dijo Laurie Holt sobre Ruperti. “Pero realmente ama a Josh y Josh lo ama. Él sabe que es inocente”.
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