Una característica de la democracia, al contrario de las dictaduras, es que carece de mecanismos de fuerza para defenderse. Su existencia está determinada por la aceptación de las normas constitucionales y su funcionamiento implica el acatamiento por quienes ejercen poder y la subordinación a ella de la fuerza armada.
La democracia venezolana en una subrealidad cercada y rodeada de obstáculos. Una cúpula la administra en dosis exiguas para tranquilizar a la opinión y los gobiernos del mundo. En función de asegurar su perpetuación el poder buscará aplicarle a los partidos, a las elecciones y al voto condiciones injustas. Si pudiera, acabaría con todo.
Los partidos PJ,AD y VP decidieron no participar en las elecciones de Alcaldes para exigir condiciones más justas, pero es una ausencia que desestima la obligación de defender a la democracia.
La decisión del trio locomotor de la MUD tiene aspectos cuestionables. Aunque no la asumen, es una concesión a la opción abstencionista que los coloca al borde de un suicida abandono de la vía electoral. Pero, igual que los abstencionistas, no tienen estrategia sustituta ni plan para impedir que el vacío se traduzca en una nueva victoria de Maduro. Esa inconsistencia ha hecho que numerosos militantes de estas organizaciones hayan decidido votar para no entregar al gobierno Alcaldías que hoy están fuera del mapa rojo.
El mayor riesgo de ausentarse de la batalla electoral por las Alcaldías, instituciones que permiten el mayor protagonismo de los ciudadanos, es que debilitan la defensa de unos valores y una cultura que son esenciales a la democracia. Renunciar al voto en un régimen de vocación totalitaria deja a la sociedad sin una de las formas de expresar su rechazo y sin una de las herramientas para construir contenciones institucionales a la voracidad del Estado autoritario para controlar toda la sociedad y adueñarse de todo.
El resultado práctico de este abandono será entregarle a Maduro casi todas las Alcaldías del país. Se salvarán aquellas en las que la sociedad civil, sus organizaciones y los vecinos asuman la defensa de su poder local.
Estamos en el puesto de partida que va a fortalecer el plan de perpetuación del régimen. Es innecesario señalar los efectos catastróficos que se producirán sobre las expectativas de cambio y el incremento de la desconfianza hacia líderes y partidos de oposición. Después de los resultados, la tentación de ofrecerle las tripas al poder en un harakiri de la oposición, será difícil de eludir.
Pero esa involución autodestructiva de la oposición se puede corregir si dirigentes y partidos le hablan con la verdad al país, inician una nueva relación con la sociedad y se ocupan de mejorar sus capacidades alternativas.
Pese a la legitimidad de los intereses propios de cada partido, es urgente ir a una fase de selección de objetivos y acciones comunes transitorias sin que necesariamente implique absoluta identidad. A fin de cuentas la pluralidad está hecha de diferencias.
Una acción urgente para recomponer la efectividad de la oposición es darle un perfil programático y las bases para llevarlo a cabo en un gobierno de Unidad nacional.
Pero hacen falta otras rectificaciones para que la democracia no termine de sucumbir. La primera es llamar a votar.
@garciasim