Distintos y simultáneos son los tableros que deben enfrentar las dirigencias políticas, tanto la opositora como la gubernamental. Deben moverse en el marasmo de una crisis humanitaria sin precedentes; sin hurgar en la económica que incluye la consabida escasez de dinero en efectivo y la hiperinflación, acompañada de una disminución en la producción de nuestra única fuente de ingreso tangible como es la petrolera. Quizá nunca antes, unos comicios públicos, como las próximas elecciones municipales a las se que agrega la gobernación del Zulia, han contado con tanto desestímulo en la ciudadanía, con varias condiciones objetivas orientadas a la devaluación del voto y con una complejidad de problemas de los que no sabe por dónde empezar. Aunado a ello, está la convocatoria del llamado diálogo para unos y negociación para otros, en la República Dominicana que no siendo cualquier cosa, se desliza por debajo de la mesa en relación a su viabilidad.
El cortocircuito general comienza de manera institucional, ya que la materia electoral, con su propio perfil y especificidad, se desenvuelve en forma aislada, haciendo caso omiso de las otras materias. La materia económica dice el régimen resolverla mediantelas grandes “Genialidades de los Diputados Constituyentistas” y a través de los precios acordados, cuando todo el mundo sabe que el desastre es el del modelo económico. La espuria constituyente, que usurpa las funciones de la Asamblea Nacional, dicta una ley dizque constitucional para los precios, con olvido de su misma y cuestionada naturaleza, sin que pondere realmente el problema económico; por el contrario, lo agrava. Y así, sucesivamente. Los líderes políticos de ambas aceras intervienen y desarrollan una estrategia que, en verdad, es táctica para cada ámbito, sin desarrollar una estrategia general y concertada. Además, existe el agravante de que del lado del gobierno se presenta una sola voluntad: la de Maduro Moros, y nadie puede chistar. Aunque se saben de episodios como el de Lacava y Ameliach -a los que creen haberle echado tierrita- u otros que se escuchan y pasan desapercibidos.
La poca credibilidad de cada institución o lo que debería de ser una institución, rueda por el suelo. Claro que eso le interesa al régimen, así como le interesa la devaluación del sufragio, la desesperanza que cultiva en la población, las contradicciones evidentes de la oposición para el llamado diálogo dominicano, pero el riesgo está en fundir todo, llegar al desastre y que no haya quien oriente a la ciudadanía, le hable de los objetivos y metas, y señale los esfuerzos que todos debemos hacer. La noción es de anarquía, la impresión es de desorden. Y un liderazgo político que sea tal -incluso, atajando la fácil apetencia de los líderes locales, cuyas candidaturas se multiplicaron hasta innecesariamente-, debe poner orden y concierto, señalar rumbos en medio de la anarquía y complejidades.
El problema no es exclusivo de la oposición. Al momento de suscribir la presente nota, veo una entrevista televisada a un dirigente municipal del Partido Comunista que no sólo promueve una candidatura a la alcaldía de Charallave, en el estado Miranda, sino que cuestiona la candidatura de alguien del PSUV, a la que presuntamente denunciaron por corrupta. Entonces, vemos que ni siquiera el Gran Polo Patriótico, como lo llaman, es una instancia de acuerdo político.
Por lo que se observa, no saldremos tan pronto del cortocircuito actual. Sin embargo como en la vida todo tiene solución, creo que para retomar el Camino Unitario, la única forma de enfrentar nuestro oponente, que escasea de tono democrático, es reconocer nuestros errores, dar el brazo a torcer y tomar en cuenta a nuestros aliados. Y, así,unidos y fortalecidos, solventaremos todos aquellos errores que nos llevaron a este cortocircuito, para resolver en un futuro muy cercano el nudo principal que representa el modelo político que ya casi alcanza 20 años de destrucción de nuestra hermosa Venezuela.
@freddyamarcano