El Gobierno y la oposición venezolana retomarán el viernes en República Dominicana un postergado diálogo con miras a resolver la crisis política y económica que afecta al país petrolero.
Ambas partes se volverán a sentar a la mesa luego que, desde su última reunión en septiembre, no llegaran a acuerdos sobre los garantes del proceso y la agenda a seguir.
Entre sus principales demandas, la oposición busca garantías para participar en las elecciones presidenciales del próximo año, un canal humanitario para mitigar la escasez de alimentos y medicinas, la liberación de un centenar de “presos políticos” y la restitución de las facultades del Parlamento que, desde que es dominado por la oposición, no ha podido aprobar una sola ley.
“Estamos plenamente conscientes que vamos a una negociación con un gobierno sin ninguna credibilidad”, dijo la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en un comunicado.
“Pero el sufrimiento de nuestro pueblo (…) nos obliga , por razones de responsabilidad y humanidad, a intentar todo lo que haya que hacer para ponerle fin”, agregó. “La historia nos enseña que la transición entre un régimen dictatorial a la libertad y a la democracia siempre pasa por una negociación”.
El gobierno de Nicolás Maduro, por su parte, busca que la oposición apoye el cese de las sanciones internacionales que le han dificultado pagar multimillonarios compromisos internacionales en los últimos meses y lo han colocado al borde de una cesación de pagos.
“Nosotros vamos al diálogo para encontrar un camino de estabilidad política, económica y social para el pueblo y que podamos llegar a unas (elecciones) presidenciales, bajo garantía de paz y estabilidad”, explicó en la semana Elías Jaua, representante del Gobierno en la mesa de diálogo.
Los cancilleres de Chile, México, Bolivia y Nicaragua participarán como garantes de la cita. El ministro de relaciones exteriores de Paraguay, Eladio Loizaga, no acudirá al encuentro que se extenderá hasta el sábado por preparativos para unas elecciones en su país.
El gobierno paraguayo ha sido uno de los más férreos críticos de la administración de Maduro y, junto con el Grupo de Lima -integrado por 12 países americanos-, sostiene que en Venezuela existe una dictadura y que las naciones de la región no se quedarán de brazos cruzados.
Luego que unas conversaciones similares fracasaran el año pasado, muchos opositores han mostrado su escepticismo ante el diálogo asegurando que sólo le da un respiro al gobierno de Maduro, que lucha contra una inflación de tres dígitos, recesión económica y escasez de bienes básicos.
Por Diego Oré/Reuters