Con sus críticas a Israel desde que Estados Unidos reconoció como capital del país a Jerusalén, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan espera sacar rédito electoral pero podría dañar sus relaciones con los israelíes, según los analistas, reseña AFP.
Erdogan se ha convertido en efecto en portavoz de la oposición de los países musulmanes a la medida anunciada el 6 de diciembre por el presidente estadounidense, que criticó con dureza, antes de dirigir su cólera contra Israel, al que calificó de Estado “terrorista”, asesino de niños palestinos.
El primer ministro israelí le respondió secamente que “no tiene lecciones de moralidad que recibir de un dirigente que bombardea pueblos kurdos en Turquía, encarcela a periodistas, ayuda a Irán a sortear sanciones internacionales y ayuda a terroristas, en especial en (la Franja de) Gaza”.
Erdogan ha prometido que la cumbre de líderes del mundo musulmán que se celebra el miércoles en Estambul marcará un “hito” contra la decisión de Washington, pese a que pesos pesados de la región, como Arabia Saudí y Egipto, se han limitado a meras condenas de forma sin anunciar ninguna medida concreta.
“Esta posición (de Erdogan) está en concordancia con el sentimiento dominante de sus propios electores en Turquía”, asegura Marc Pierini, investigador de Carnegie Europe y exembajador de la UE en Turquía.
Erdogan, que procede de los medios islamo-conservadores, critica usualmente a Israel y no oculta su apoyo al movimiento islamista palestino Hamas, enemigo acérrimo del este país. Ello le ha permitido adquirir popularidad en el mundo árabe y musulmán.
Pero estas diatribas se producen cuando Turquía e Israel llevan a cabo un proceso de normalización de sus relaciones, iniciado el año pasado tras la casi ruptura diplomática en 2010, después de un sangriento bombardeo israelí contra el barco de una ONG turca que se dirigía a Gaza.
-No se quieren-
“Teniendo en cuenta la reacción israelí, la normalización turco-israelí corre efectivamente un serio riesgo. Un riesgo asumido por ambas partes”, opina Pierini.
Según Aaron Stein, del Atlantic Council, Erdogan piensa ya en las elecciones de noviembre de 2019 en las que aspirará a un nuevo mandato presidencial con poderes reforzados, gracias a un referéndum que ganó en abril pasado.
“Erdogan ya está en campaña para 2019, para lograr la presidencia reforzada que concibió para sí mismo”, dice.
Al ponerse en primer plano en el caso sobre Jerusalén, Erdogan “se coloca como defensor de los musulmanes oprimidos de todo el mundo” añade.
“Las dos partes (Israel y Turquía) no se quieren, pero ello no les impide tener relaciones comerciales normales. Esto durará debido a los cálculos políticos de Erdogan y a los problemas políticos y jurídicos de Netanyahu” en su propio país, resume el experto.
Sinan Ülgen, presidente del Center for Economics and Foreign Policy (Edam), basado en Estambul, considera que la retórica de Erdogan sobre Jerusalén refleja un cambio de enfoque en lo que respecta a política extranjera, desde la llegada al poder en 2002 de su partido islamo-conservador, el AKP.
“Tradicionalmente, Turquía era capaz de ejercer una diplomacia independiente de consideraciones de política interior. Pero esto ha cambiado de forma radical, hasta tal punto que la mayoría de las decisiones de política extranjera están motivadas por cálculos de índole doméstica”, explica.
“Bajo este prisma hay que comprender los esfuerzos turcos de realizar campaña contra la decisión norteamericana sobre Jerusalén”, pese al riesgo de provocar una nueva crisis diplomática con el Israel.
“Una vez más, las consideraciones de política interior tienden a prevalecer sobre una diplomacia prudente”, constata Ülgen.