Lograr bajas emisiones de Carbono contribuirá a mejorar las condiciones climáticas, respiraríamos aíre limpio y el sistema productivo sería más eficiente. Producir sobre fuentes de energías bajo en carbono, como la solar o la eólica, será salvar las nuevas generaciones y son decisiones políticas que ya no esperan más.
Los combustibles fósiles son el veneno del medio ambiente, su quema libera cantidades infinitas de gases, efecto invernadero, como dióxido de carbono (CO2), que acrecienta la temperatura a fases de catástrofe en las transformaciones del clima.
El mar aumenta su nivel debido al derretimiento de los Polos que se hacen agua, amenazando ciudades enteras que serían arrasadas. Además de las grandes potencias, los llamados países emergentes, utilizan matrices energéticas basadas en combustibles fósiles, aumentando el impacto sobre el Cambio Climático, cuyos efectos indeseables se resumen en fenómenos meteorológicos extremos, cambios de temperaturas inexplicables y desastres que empobrecen más el universo. Se plantean numerosas y extensas teorías, una de ellas poner precio a la contaminación por emisiones de carbono, para subsanar el daño ambiental que causan. La alternativa debe ser una política real y que los compromisos adquiridos se cumplan.