Rio de Janeiro tiene una de las fiestas de Año Nuevo más famosas del mundo: millones se reúnen cada 31 de diciembre para ver los fuegos artificiales en la playa de Copacabana, pero este año otra estrella promete encender con luz propia la noche: Anitta.
La despampanante brasileña que está internacionalizando el funk de las favelas es el principal atractivo musical de este ‘Reveillon’: todos esperan escuchar en vivo su reciente hit ‘Vai Malandra’ (Vamos chica mala), aunque probablemente no lo interprete con el mini-bikini de cinta adhesiva que dio la vuelta al mundo en su polémico videoclip.
“Estoy preparando un show lindo para ustedes en esta ‘virada’ del año. Tendremos un toque especial de elegancia y superación”, anunció en Twitter la cantante, anticipando que hará una versión sinfónica de esa canción junto a la orquesta de una de las favelas más violentas de Rio.
Polifacética, con apenas 24 años y millones de seguidores en sus redes sociales, Anitta es la reina del momento en Brasil.
Después de lanzar singles en inglés como “Is that for me” o en español como “Paradinha”, “Si o no” junto con Maluma o “Downtown” con J Balvin, su nombre empieza a sonar con fuerza fuera de la tierra de la samba.
Pero gracias a ‘Vai Malandra’, en el top 10 de la lista Billboard, es que algunos ya se aventuran a compararla con divas como Shakira, Rihanna o incluso Beyoncé.
La chica que se crió en la empobrecida periferia de Rio es mucho más que un cuerpo pulido por la cirugía estética: Anitta es compositora, su propia representante y una empresaria socialmente comprometida con objetivos claros.
– “Sólo está comenzando” –
Aunque parece encarnar el prototipo de la ‘bomba latina’, en su equipo de bailarines hay mujeres obesas y discapacitadas y ella no dudó en abrir el video de ‘Vai Malandra’ con un primer plano de su celulitis.
Anitta levanta también a menudo la bandera de los más desfavorecidos y rompe moldes al compartir escenario con íconos LGBT como la drag queen Pabllo Vittar.
¿Es quizás un producto de marketing demasiado estudiado?, se preguntan en Brasil.
“Nunca un artista brasileño llegó tan lejos ni tan alto en el mundo ultracompetitivo del pop internacional. Y ella sólo está comenzando”, escribió el histórico productor musical Nelson Motta en el diario O Globo.
Anitta tiene el respeto de grandes figuras de la música brasileña como Caetano Veloso o Gilberto Gil, que la invitaron a cantar con ellos en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 2016 y en conciertos recientes.
“Ella es una emprendedora de su industria. Tiene la materia prima, las máquinas y las ideas. Está saliendo de Brasil, domina el inglés, habla español… ¡Anitta, va que va!”, dijo Gil tras invitarla a cantar con él en un show en noviembre.
Su carrera ha sido fulgurante, firme, aunque sin evitar las polémicas: la última y más notoria por el videoclip de ‘Vai Malandra’, que reivindica el imaginario humilde, pero irreverente y sensual de las favelas.
Con más de 75 millones de visualizaciones en menos de 15 días, ha desatado críticas entre quienes ven en él la extrema sexualización de las mujeres o una apropiación cultural indebida.
Otros, por el contrario, consideran ‘Vai Malandra’ como un ejemplo rompedor del empoderamiento femenino.
Pero en el centro de la controversia está el hecho de que la ‘reina’ brasileña eligiera para dirigir ese clip al fotógrafo estadounidense Terry Richardson, despedido de revistas de moda como Vogue por numerosas acusaciones de asedio sexual, en medio de un encendido debate mundial sobre el tema.
¿Eso no es antifeminista?
En la cresta de la ola gracias al clip, Anitta dijo que barajó varias opciones cuando “supo” la noticia y, por respeto a todas las personas que habían trabajado en él, decidió publicarlo.
Y añadió: “Como mujer, repudio cualquier tipo de asedio y violencia contra nosotras y espero que todos los casos de esta naturaleza sean investigados con la relevancia y seriedad que merecen”.
AFP