Un ataque suicida con una ambulancia llena de explosivos volvió a convertir hoy a Kabul en un cementerio causando al menos 95 muertos en un nuevo golpe talibán contra la frágil seguridad de una ciudad que está acostumbrándose a ser objetivo prioritario de los insurgentes.
Las 151 personas heridas en el ataque completan el macabro saldo del atentado, perpetrado por los talibanes con una ambulancia cargada de explosivos en una concurrida zona del centro de Kabul y que tenía como objetivo al antiguo Ministerio del Interior afgano, donde aún operan algunas dependencias oficiales.
El jefe del Centro de Información y Medios del Gobierno, Barilai Helali, confirmó en rueda de prensa las cifras facilitadas por el Ministerio de Salud afgano, no sin dejar de reconocer que el número final de muertos puede ser aún más alto.
Según indicó en la misma rueda de prensa el viceportavoz del Ministerio del Interior Nasrat Rahimi, el suicida se subió a la ambulancia en el aparcamiento del hospital Jamhuriat, situado en la zona, y desde allí se dirigió hacia las instalaciones de Interior, hacia la Plaza Sadarat, donde fue detenido.
El vehículo explotó alrededor de las 12.50, hora local (8.20 GMT) causando una carnicería en una zona con comercios y mercados y con un gran trajín de gente los sábados, un día laborable en Afganistán.
Rahimi indicó que cuatro personas han sido detenidas ya en conexión con el atentado, por su presunta “colaboración” para que el terrorista llegara al lugar del ataque.
Los talibanes reivindicaron el atentado en la red social Telegram asegurando que su “mártir” alcanzó el punto de control frente al antiguo Ministerio del Interior en un momento en el que el área estaba llena de policías.
Las imágenes de la matanza solo muestran cadáveres descuartizados de hombres y mujeres con sus ropas de diario.
“Es demencial, inhumano, cruel y un crimen de guerra”, indicó en Twitter el jefe del Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, al condenar el ataque a civiles.
Abdulá prometió llevar a los responsables ante la justicia y tomar “todas las medidas necesarias” para evitar acciones similares en el futuro, un juramento que los kabulíes se están habituando a escuchar tras cada ataque.
Además, el responsable gubernamental volvió a llamar a la comunidad internacional para tomar acciones contra el “terrorismo respaldado por el Estado”, en alusión a Pakistán, al que el Gobierno afgano acusa de amparar a grupos talibanes en su territorio, otra reclamación habitual en este tipo de situaciones.
El ataque ha vuelto a dejar conmocionado Kabul, una ciudad que hace apenas ocho meses veía como un camión lleno de explosivos mataba a 150 civiles en una acción que ningún grupo insurgente se atrevió a reivindicar pero que el Gobierno atribuyó a los talibanes.
Entonces, el Gobierno aseguró que tomaría medidas para hacer más seguro Kabul; limitó el tráfico en algunas zonas y colocó más barreras, pero eso no ha detenido los ataques.
Por el contrario, los civiles se han ido volviendo objetivo habitual.
El pasado fin de semana más de una veintena de personas murieron en el Hotel Intercontinental de la capital durante un asalto perpetrado por seis talibanes que mantuvieron un enfrentamiento con las tropas de seguridad durante doce horas hasta que fueron abatidos.
También el Estado Islámico (EI) ha colocado desde hace tiempo a civiles en la mira.
El miércoles un ataque de este grupo contra la sede de Save the Children en Jalalabad (este) acabó con la muerte de cuatro empleados de la organización no gubernamental, un transeúnte y un miembro de las fuerzas de seguridad, así como de los cinco terroristas.
La misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) tiene previsto difundir en las próximas semanas el informe anual de víctimas civiles del conflicto afgano correspondiente a 2017.
En 2016 la UNAMA contabilizó 3.498 civiles muertos y 7.920 heridos.
En octubre pasado, indicó que durante los nueve primeros meses de 2017 se había registrado una reducción del 6 % con relación al mismo periodo del año anterior con 2.640 muertos y 5.379 heridos, pero también que cada vez mueren más civiles en enfrentamientos de los actores armados sobre el terreno.
Baber Khan Sahel/EFE