El transporte público se ha convertido en un verdadero drama para los carabobeños. Largas horas de espera y caminatas interminables para llegar al sitio del destino, se visualizan en una entidad arropada por la violencia y la miseria.
Gabriela Páez es una estudiante de Comunicación Social. Por la crisis económica, se ve obligada a combinar sus estudios en la Universidad Arturo Michelena con otros dos trabajos, uno fijo y el otro, a través del internet.
Para asistir a su empleo fijo debe agarrar dos autobuses: Uno desde San Diego hasta Puente Bárbula y el otro desde ese punto hasta el Centro Comercial La Granja. “Conseguir transporte es una hazaña en estos momentos. Además, se juntan otros problemas como el efectivo y la inseguridad mientras uno está esperando que pase la unidad” comentó mientras aguardaba en la parada
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