Corea del Norte se convirtió en el máximo favorito para quedarse con una de las medallas más importantes de los Juegos Olímpicos de Invierno: el oro diplomático.
Reuters
Esa es la evaluación de un exviceministro surcoreano y de analistas políticos, que aseguran que Corea del Norte ha utilizado los Juegos para abrir una brecha entre Corea del Sur y su aliado Estados Unidos y para aliviar la presión en su contra.
Apenas un mes después de que el líder norcoreano, Kim Jong Un, sorprendió al mundo al anunciar que su país estaba dispuesto a unirse a los Juegos, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, retrasó unos ejercicios militares, agasajó a la hermana de Kim en los Olímpicos de Pyeongchang y dio su consentimiento bajo condiciones a una cumbre bilateral en Corea del Norte.
“Corea del Norte claramente parece estar ganando el oro”, dijo Kim Sung-han, quien se desempeñó como viceministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur entre 2012-2013 y que ahora imparte clases en la Universidad de Corea, en Seúl.
“Su delegación y los atletas están recibiendo toda la atención, y la hermana de Kim Jong Un está mostrando sonrisas elegantes ante el público de Corea del Sur y el mundo. Incluso por un momento parece ser un Estado normal”, sostuvo.
El cálido lenguaje corporal entre los representantes de ambas Coreas no solo avivó los comentarios sobre una supuesta división entre Seúl y Washington, sino que contrastó con un frío encuentro entre Corea del Sur y Japón, uno de sus aliado en los esfuerzos liderados por Estados Unidos para presionar a Corea del Norte a que ponga fin a su programa nuclear.
El primer ministro japonés Shinzo Abe, que pareció por momentos incómodo durante la ceremonia de apertura, irritó a sus anfitriones al decirle al líder de Corea del Sur que los ejercicios militares entre Washington y Seúl debían reanudarse rápidamente después de los Juegos.
Para allanar el camino a la participación de Corea del Norte en Pyeongchang, Corea del Sur había retrasado los ejercicios anuales con las fuerzas estadounidenses, que generalmente tienen lugar entre febrero y marzo, hasta después de los Juegos Olímpicos.
“Ahora no es el momento de posponer los ejercicios militares entre Estados Unidos y Corea del Sur. Es importante avanzar con los ejercicios tal como estaba planeado”, dijo Abe, según el palacio presidencial surcoreano. Moon respondió que no era apropiado que Abe planteara el problema, que describió como un asunto interno.
Japón no participa en los ejercicios militares, pero está al alcance de los misiles de Corea del Norte y depende en gran medida de las fuerzas estadounidenses y de su disposición a enfrentar esa amenaza.
“Este desarrollo de los hechos podría haber sido anticipado, pero para Japón es un escenario de pesadilla”, dijo Takashi Kawakami, profesor de política internacional en la Universidad de Takushoku, en Tokio. “Corea del Norte está abriendo hábilmente una brecha entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur”.
Un alto funcionario japonés de defensa dijo que la ofensiva diplomática de Corea del Norte en los Juegos podría “simplemente ser una forma de ganar tiempo” hasta que complete su programa de misiles nucleares y balísticos.