“Con cuidado”. Así ha vivido Linda Loaiza López los últimos 17 años de su vida pues su agresor está en libertad y con paradero desconocido. Esta mujer lleva a cuestas la cruz de haber sido la protagonista y sobreviviente de uno de los peores casos de violencia de género registrados en Venezuela, que también es evidencia de la impunidad y la corrupción que imperan en el sistema judicial del país, publicó El Pitazo.
Por: Génesis Carrero
A los 18 años de edad, Linda Loaiza López fue secuestrada por Luis Carrera Almoina quien la abusó psicológica y sexualmente y le provocó torturas que produjeron fractura de maxilar, destrozo de labios y orejas, rotura de costillas, desviación ocular, cercenamiento de pezones, desgarre vaginal y quemaduras de cigarros en todo el cuerpo. Por todo esto el agresor, cuyo nombre Linda evita pronunciar, pagó seis años de cárcel por “lesiones gravísimas y privación ilegítima de libertad”. La decisión obvió cargos como la violación y el homicidio frustrado calificado, por los que lo acusó la representación legal de Loaiza.
En la búsqueda de esa justicia que el Estado venezolano le negó, Linda, con carácter apacible pero firme, se presentó el pasado martes 6 de febrero ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) donde solicitó que se declare al Estado venezolano como responsable por la violación de sus Derechos Humanos (Ddhh) al no haberle ofrecido garantías judiciales ni justicia.
Y, aunque la decisión de este tribunal internacional vendrá dentro de un año, ya Linda marcó un precedente al convertirse en la primera venezolana en demandar al Estado ante una instancia internacional por violencia contra la mujer y una de las pocas que ha logrado que se juzgue a un Estado por un daño que le causó un individuo.
A pesar de tantos años exigiendo justicia, cuando se le pregunta que haría si tuviera que ver de nuevo a su agresor se sorprende y responde: “Aunque no crean no he pensado en ese escenario, no me he planteado esa posibilidad y lo que si tengo es mucho cuidado, más que miedo a enfrentarlo o tener que hacerlo en algún momento lo que si tengo es mucho cuidado; vivo con mucho cuidado. Yo no quisiera volver a verlo nunca más”.
Esta mujer aseguró en entrevista concedida a El Pitazo que solo espera que su arduo trabajo por hacer justicia sirva para marcar un precedente y sentar las bases de nueva jurisprudencia que proteja a quienes como ella han sido víctimas de maltrato, pues su mayor deseo “es que nadie pasé por todo lo que yo pasé durante mi cautiverio”.
Por eso decidió acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para exponer su caso y, hoy día, aunque el Gobierno de Venezuela denunció la Carta Interamericana y salió de sus estatutos, ella confía en que deberán acatar la decisión de este tribunal internacional y “se hará justicia”.
“El Estado venezolano denunció a la Convención Interamericana y desde 2013 ya no forma parte, es decir nosotros los ciudadanos, las víctimas de hechos ocurridos después de 2013, no podemos optar a esa vía de justicia. Yo tuve la oportunidad y confío en que se hará justicia, pero es importante destacar que estamos indefensos y desprotegidos en los casos ocurridos luego de 2013 y eso seguirá así, a menos que haya un cambio de políticas donde realmente haya respeto a los derechos fundamentales”, advirtió Linda, quien quería ser veterinaria, pero decidió hacerse abogada y especializarse en derechos humanos para llevar adelante su caso y ayudar a otras víctimas.
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