La “armada de bellezas” vestidas de rojo que alientan a los atletas de Pyongyang en los Juegos de Invierno es una parte fundamental de la “ofensiva del encanto” de Corea del Norte, pero para muchos surcoreanos ilustra las diferencias culturales que marca el paralelo 38.
Las cerca de 200 jóvenes, adolescentes o veinteañeras, fueron elegidas en las universidades de élite, después de un proceso de elección muy estricto, para aplaudir y saludar al unísono mientras cantan canciones tradicionales.
La separación de Corea, que ya se extiende desde casi siete décadas, hace que los ciudadanos del norte sean objeto de fascinación para los surcoreanos.
“Se ven igual que nosotros”, dijo Kim Mi-hyun, de 59 años, que observa a las jóvenes caminar ordenadamente en dos líneas en una excursión a la playa.
“Al mirarlas anhelo la reunificación”, confesó mientras filmaba con su teléfono.
Otros, en cambio, están más impresionados por sus gruesas zapatillas y por sus gorros de lana.
“Parecen coreanas de hace un tiempo atrás”, dijo Lee Jung-hoon, de 30 años.
Las animadoras caminan bajo la estricta vigilancia de los miembros de la delegación, siempre en grupo y bajo la mirada de uno de sus guías, por lo que rara vez hablan con la gente.
No responden a las invitaciones a la playa de los surcoreanos y se limitan a sonreír tímidamente y a saludar.
“No hablan”, dijo Yoo Hong-sik, de 31 años, originario de Daejeon. “Yo creo que recibieron órdenes de no hacerlo y eso es decepcionante porque a mí me gustaría poder interaccionar con ellas”, opinó.
Pero cada paso de las animadoras es seguido por una horda de periodistas surcoreanos, algunos de los cuales acampan en el exterior del hotel para captarlas en su caminata matinal o cuando planchan su ropa.
Esta es la cuarta visita de las animadoras norcoreanas y el encanto inicial se ha transformado, en la medida que Pyongyang ha avanzado su programa nuclear y de lanzamiento de misiles, que han sido objeto de múltiples sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Una de las dependencias donde pernoctaron las animadoras norcoreanas durante el torneo Universiade que se celebró en Daegu en 2003, fue convertido en un museo, donde están exhibidos artículos personales, incluyendo tampones y tubos usados de pasta de diente.
Fue entonces cuando la prensa surcoreana comenzó a hablar de “la armada de bellezas”.
Durante ese viaje, un grupo de animadoras con lágrimas en los ojos saltaron del bus en el que viajaban para recuperar una pancarta del líder de entonces, Kim Jong Il, que se estaba mojando con la lluvia.
Ahora, las animadoras son parte de la “ofensiva del encanto” de Pyongyang, que según los analistas busca alivianar las medidas en su contra y causar divergencia entre Seúl y su aliado y protector, Washington.
– “Muy diferentes” –
Durante el partido en el que alentaron al equipo unificado del hockey femenino que perdió 8-0 frente a Suecia, quedando virtualmente eliminado de la fase de grupos, las animadoras se vistieron con un uniforme azul, blanco y rojo.
“Me gustaría que vinieran más a menudo”, dijo Kang Seok-joong, de 61 años, agregando que estos desplazamientos acercarían a los dos países.
Pero Noh Seung-Hyuk, un oficinista de 29 años, dijo estar perturbado por la coreografía al unísono de las norcoreanas.
“Obviamente es muy bonito de ver, pero nos da escalofríos”, explicó. “Honestamente, se ven distantes”, agregó.
Muchos surcoreanos, de ambos lados del espectro político, sueñan con algún tipo de reunificación, aunque los conservadores la imaginan como un colapso de Pyongyang y una invasión del Sur y los liberales como un acuerdo más amistoso.
Pero para los jóvenes surcoreanos, que han vivido su vida en democracia, en un país vibrante culturalmente, pero siempre amenazado por Pyongyang, que perciben como un lugar acusado de vulnerar los derechos humanos, las cosas cambian.
Este grupo tiene menos interés en la unificación y temen por sus consecuencias sociales y económicas.
Según una encuesta publicada el año pasado, casi un 50% de los mayores de 60 años creía que las dos Coreas pueden ser reunificadas, frente a un 20,5% de los jóvenes de cerca de 20 años consultados.
“Nos vemos igual que ellas pero me siento mal porque no tienen ninguna libertad”, dijo Kim Jung-ah, una estudiante de matemáticas de 22 años originaria de Seúl.
Su amiga Lee Eun-mi concordó: “Me parece que son muy diferentes, son como robóticas””
Cuando la canción “Anímense” del popular grupo femenino TWICE sonó por los altavoces del estado, los jóvenes surcoreanos bailaron con alegría.
Las chicas norcoreanas se tomaron un minuto y después comenzaron a entonar una canción tradicional de 600 años, mientras agitaban las banderas de la reunificación en un movimiento sincronizado.
“Son como los militares, les tengo lástima”, dijo Lee Min-woo, un estudiante de 20 años que vive en Seúl. “Yo no le he dado ninguna vuelta a la reunificación”, confesó.
AFP