La tardanza de la MUD en decidir puede obedecer a elevar la presión por el cambio de las condiciones electorales o a la inexistencia de consenso. El punto de participar o no en el proceso electoral, lejos de ser un falso dilema, es nuevamente una piedra de tranca. Tan decisiva que nubla la oportunidad de formular una política alternativa y unitaria frente a un régimen que sigue destruyendo libertades y generando hambre.
Uno de los puntos para resolver ese dilema debería ser las experiencias de la abstención absoluta de la oposición el 2005 o las parciales del 2017. Ninguna impidió el avance del régimen ni evitó que los órganos electos en condiciones de ilegalidad, alcanzaran una legitimidad de hecho.
En la otra banda, existe un caso de participación unitaria, con objetivos claros y una eficiente defensa del voto que logró que la voluntad de cambio se tradujera en una contundente mayoría electoral, aunque posteriormente el autoritarismo anulara inconstitucionalmente a la Asamblea Nacional. En esta ocasión el ventajismo será mayor y más rudo que el aplicado anteriormente, pero el rechazo al gobierno y las condiciones de sobrevivencia impuestas a la población son mucho más propicias para alentar un sunami electoral que quiebre al fraude o resalte sus tramposerías.
La decisión es de primera importancia. Sea cual sea la que se adopte, debería salvaguardar la participación de unos y otros en la conformación de una estrategia unitaria de mediano plazo para hacer más eficaces las tácticas de debilitamiento, desplazamiento y derrota del régimen. La oposición, en sus variadas gamas, debe dejar de preferir atacarse a si misma que concentrarse en atacar a los responsables de la descomposición y la ruina del país.
Es posible, aún con políticas contrapuestas, mantener un mínimo de puntos comunes y una unidad imperfecta. Esperemos que desde una u otra posición se eleve una confrontación desde los problemas concretos de la gente contra las políticas de Maduro, abrirle cauces nuevos al creciente descontento, avanzar en las alianzas sociales, para atraer a posiciones de cambio al chavismo no madurista y defender activamente las exigencias planteadas por la comunidad internacional.
Ella está haciendo lo suyo desde afuera y a nosotros nos corresponde asumir internamente la lucha por la vigencia de la constitución y el empeño por resolver la crisis de gobernabilidad con votos y no mediante un golpe de Estado o una invasión que nos arrebaten a las fuerzas civiles el deber y el derecho a conducir la reconstrucción del país. El ya debilitado sostén de los partidos terminaría por ser anulado y las calamidades sociales agravadas al extremo, si nos subordinamos a una confrontación armada.
El gobierno no quiere que la oposición participe en este proceso y su trampa invisible es crear todas las condiciones para quedarse sin una competencia no sólo que mida su rechazo, sino que incluso, pueda derrotarla. Luce evidente que la abstención, aún con intenciones en contrario, servirá de complemento a este plan.
@garciasim