“La esperanza hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado”. Ovidio
Hoy el gobierno nos plantea un nuevo reto. Quizás el más grande de estos últimos 20 años. Estamos a las puertas de un inminente proceso electoral, planteado como siempre bajo las más desfavorables condiciones para los sectores que adversan las políticas de control que han regido al estado venezolano durante estas décadas.
Una vez más, y con una artera intención de aprovechar su momento político, el gobierno adelanta unos comicios, que en principio se concibieron como presidenciales y a los que ahora se les pretende dar características de mega elección en aras de barnizar de legitimidad una renovación de poderes.
Este juego de “todo o nada” busca capitalizar por parte del gobierno la pérdida de fuerza que han sufriendo los factores opositores en los últimos meses, producto de las incoherencias en el discurso y de una aparente “desunión”. El régimen, por su lado, sabiéndose acorralado por el descontento ciudadano ante su desastrosa gestión, huye y se juega a “Rosalinda” no sin antes garantizar con el ventajismo que lo caracteriza un golpe audaz y hegemonizar el Estado en torno a su figura de poder, es decir, quedarse con todo, convirtiendo su minoría en una mayoría.
No es, ni será de interés para el gobierno dar garantías electorales. Si algo han demostrado en estos largos años es que no son pendejos, y no van a entregar lo que los mantiene en el poder. Aquí no se cambia CNE, no se abre el REP, ni mucho menos se audita. Por Dios, eso sería estrangular la gallina de los huevos de oro.
Aplaudí la negativa de la MUD a firmar un acuerdo que no era tal. Así como hoy aplaudo la decisión de no participar en una fiesta electoral diseñada a la medida del gobierno. Sin embargo, me pregunto ¿cuál es ahora la ruta a seguir? ¿No iremos a elecciones para sentarnos y ser testigos de la fraudulenta e irreversible tendencia que indique el CNE? La inacción es omisión y por muchas omisiones como estas aquí estamos.
Las encuestas señalan un 80% de rechazo a las políticas socialistas, por ello, es necesario saber cuál es el camino a seguir. Abstenerse puede interpretarse como una forma de participar si hay un programa, si hay coherencia, si hay propuestas y un programa país, siempre dentro del marco democrático, de la constitución y las leyes.
El llamado es a que éste 22 de abril no sea una reedición macro de lo sucedido en el 2005.
Ing. José Manuel Rodríguez
Analista Político / Consultor
@ingjosemanuel