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Nos dicen divisionistas, no es la primera vez. Que no “entendemos” el momento político del país, proponiendo una constituyente, que lo que hace es poner más confusión de la que hay en el ambiente y en la discusión política, impidiendo de alguna manera la solución que buscan los venezolanos al problema. Que hay que “simplificar” el mensaje porque, ¿quien entiende eso de “constituyente” en este momento? Que lo que hay es salir ya del régimen y rescatar la democracia por la vía que sea como lo dicen claramente algunas voces políticas. Alguna vez un amigo me dijo con toda la razón que nadie dijo que la vida era fácil. Y ciertamente no lo ha sido para cualquiera que nade a contracorriente de una marea de opinión pública que clama cambios a costa de lo que sea.
Aunque repita como un loro que lo que proponemos no es una constituyente sino un escenario donde todos los venezolanos podamos reconciliarnos en paz en las proporciones legítimas que a cada uno le corresponde, discutiendo en ese espacio un nuevo Proyecto de País para una nación sumida en el mayor de los caos, completamente desencuadernada y destruida.
¿Estamos los venezolanos dispuestos a eso? Esa es la gran pregunta. La constituyente de 1999 fue la imposición de un país sobre otro de manera fraudulenta. Un 52% de los votos se alzó con el 98% de los asambleístas constituyentes, dejando al 48% restante sin voz ni voto. Eso no podía ser estable en el largo plazo creando las condiciones para los sucesos de Abril de 2002. ¿Qué es lo que estamos planteando? Resolver el problema creado en 1999 de raíz, restituyéndole al pueblo su derecho a tener el país que él mismo diseñe en el marco de una Constituyente legitima, resolviendo en el camino el grave problema de quien debe estar en el gobierno.
Es claro que de 1999 a esta parte ha pasado mucha agua por debajo del puente, incluyendo la invasión cubana respaldada por un traidor como Presidente de la República, con la imposición de un modelo que no se corresponde con lo que culturalmente es el pueblo venezolano, ni tampoco desea para su futuro. Eso complicó y distorsionó dramáticamente más el cuadro, al punto que no se está viendo correctamente que solución aplicar a este fenómeno.
Y si eso lo condimentamos con los intereses de otros países, creados como consecuencia del desastre inicial, como los de los chinos, rusos, iraníes, y pare usted de contar, aunado a la confrontación histórica de los bloques e intereses de las potencias extranjeras del oriente y occidente del mundo, ya ustedes me dirán quien está en control de la situación de Venezuela.
Pero volviendo al inicio del porqué del planteamiento y su pertinencia, con el estado de confusión actual se perdieron todos los referentes iniciales y de principios. La voz de todo el mundo ahora está en el “hay que salir del régimen ya, y a como de lugar”, y existe mucha razón en eso. La gente se muere como moscas en los hospitales, no hay medicinas, come de la basura, los salarios no alcanzan para vivir, con una economía y un parque industrial y comercial completamente destruidos.
Todo el que se monte en una tarima a decir esto convencería a cualquiera para sumarse a trabajar en cualquier locura que cambie como sea el estado de cosas, que al final no es más que una consecuencia de algo que se originó mucho antes de 1999 cuando el país comenzaba a boquear producto de las inconsecuencias de la clase política de entonces, que ahora con la cara más lavada que nunca clama por tener la “solución” en las manos, como si ellos no fueran los responsables primarios del desastre. Y díganme de aquellos que estuvieron y administraron el desastre mismo al comienzo y que ahora se dicen “opositores light” del régimen poniendo “el caldo morado”. Mayor descaro imposible. ¡Y todavía nos dicen que somos nosotros quienes confundimos al país! Hay que recordar…
Y cuando uno se pone a trabajar en solucionar las consecuencias de un desastre y no en las causas que lo originaron, invariablemente termina volviendo a empezar. Eso pasa hasta en las cosas más sencillas, como por ejemplo cuando usted tiene una filtración que le está comiendo una pared de la casa y se ocupa de arreglar solamente la pared sin resolver el escape de agua de agua de la tubería que es la causa verdadera. Si quiere solucionar de verdad el problema tiene que romper la pared primero, buscar la tubería donde está el escape de agua, repararlo y luego volver a construir la pared. Pues bien, a los venezolanos se nos está vendiendo todos los días tirar la pared solamente sin reparar la tubería. Funcionará un rato pero invariablemente tendremos que tirar la pared de nuevo, con todo lo que ello implica, con el riesgo de que nos caiga encima.
Pero más allá de eso está algo que se ha quedado en el camino que pocos ven y que es crucial para resolver el grave problema político del país y es la división que se ha hecho de los venezolanos. Nunca hubo en nuestro país diferencias y odios entre nosotros, independientemente de nuestra condición. Las diferencias entre “ricos y pobres”, “empresarios y trabajadores”, incluso diferencias de raza, fueron artificialmente creadas deliberadamente como un recurso para acentuar un odio inexistente entre los venezolanos para imponer una filosofía e ideología extraña para hacerse con el poder. Eso no lo va a resolver “un cambio de gobierno”. Eso más bien se exacerbará al haber ese cambio, si se hace sin reconciliar esas diferencias en el proceso.
Cuando hablamos de una solución no podemos quedarnos en el simple “cambio de gobierno”. El problema es más profundo que eso. Debemos plantearnos el comienzo del cambio de lo que nos han hecho en casi 20 años de “revolución” extraña, y que comienza por hacer una mirada introspectiva de quiénes somos y porque hemos llegado hasta aquí. No basta orquestar “salir de Maduro”, hay que salir de todo aquello que lo originó, sentando las bases para una nueva manera de hacer política en Venezuela.
¿Por qué creen ustedes que cuando nos planteamos hacer una consulta popular no hablamos inicialmente de salir del régimen sino de una reconciliación? Porque no existe una manera de reconstruir a Venezuela sin contar con absolutamente todos los venezolanos, no solo una parte de ellos, que deseen realmente volver al esquema cuando no teníamos diferencias y actuábamos como un solo país. Eso no puede ser solo retórica, debe ser una realidad, si de verdad queremos ser una nación unida con propósitos comunes, no que una parte se imponga sobre la otra. ¿Y cuáles propósitos son esos? ¡Los que definamos juntos! Para eso debemos reunirnos en paz en un espacio legítimo construido para eso. Eso es una Asamblea Nacional Constituyente legítima.
¿Le parece muy comeflor? Les invito a reflexionar en esto: ¿Qué hubiera ocurrido si no hubiera habido 16J? Tal vez nos estuviéramos matando en las calles en el medio de una guerra civil. Pero un grupo de comeflores de la Alianza Nacional Constituyente encabezados por Enrique Colmenares Finol se opusieron a ese estado de cosas que todo el mundo opositor quería (calle, calle y mas calle) y le propusieron una ruta diferente a la MUD, convenciéndolos –muy a pesar de ellos, porque eso no estaba en sus planes- de ir a una consulta pacifica donde participaran todos los venezolanos como una solución política al problema. Se las tiramos para que la batearan de jonrón y ellos decidieron poncharse desconociendo el mandato directo del pueblo. Ahora el 16J es un referente político para Venezuela y para el mundo. Sin embargo, paradójicamente, muchos grupos opositores ahora usan la gesta cívica del 16J como bandera política para mover sus propias aspiraciones, ¿quién lo hubiera pensado?
Pues bien, proponemos de nuevo que el pueblo se pronuncie, esta vez de una manera política determinante, como alternativa para resolver de raíz un problema que ningún grupo político esta –ni estará- en capacidad de resolver. Las ideas no tienen que salir de grupos con dinero o posición política relevante, siempre y cuando sean pertinentes y vayan dirigidas a resolver un problema que es de todos, sin más interés que el del país. Eso fue lo que hicimos un grupo de venezolanos preocupados el jueves 22 de Febrero de 2018, con el Manifiesto “Gran Alianza por la Consulta Popular, la Unidad y Reconciliación” (leerlo en http://ancoficial.blogspot.com/2018/02/manifiesto-gran-alianza-por-la-consulta.html). Tal vez, solo tal vez haya una lejana posibilidad en Venezuela de hacer las cosas bien sin que la pared no nos caiga encima…
Caracas, 24 de Febrero de 2018
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