El presidente chino Xi Jinping obtendrá dentro de unos días luz verde para poder aspirar a reelegirse indefinidamente en el poder, algo que inquieta a Occidente y cuyo impacto en las relaciones es impredecible, según los analistas.
El Partido Comunista Chino (PCC) llamó a modificar la Constitución para suprimir el límite de dos mandatos presidenciales de cinco años. Esto permitiría a Xi, en la jefatura del Estado desde 2013, permanecer en el cargo más allá de 2023.
“De ahora en adelante tiene un poder enorme. Pero no sabemos cómo piensa usarlo”, resume Kerry Brown, director del Instituto Lau China en el King’s College de Londres.
“Si es para responder a los desafíos a los que China se enfrenta, entonces es positivo. Si no corre el riesgo de ser extremadamente problemático”.
El ascenso de China suscita a veces aprensión, debido a sus reivindicaciones en el mar de China meridional, de la apertura en 2017 de su primera base militar en el extranjero (Yibuti) o de su influencia creciente en Occidente.
Xi Jinping lanzó uno de los mayores programas de infraestructuras y de comercio de la historia: las “Nuevas rutas de la seda”. Un proyecto de 1 billón (1 millón de millones) de dólares que genera mucho interés pero también recelo.
En China la perspectiva de una presidencia ilimitada de Xi Jinping fue celebrada por la prensa oficial, que lo considera una garantía de “estabilidad”.
“Si dirige el país durante un periodo muy largo, las relaciones con el extranjero serán estables y previsibles”, argumenta Wu Xinbo, experto en política estadounidense de la universidad de Fudan, en Shanghai.
– ‘Una cosa buena’ –
La abrogación del límite de mandatos será adoptada muy probablemente por la Asamblea Nacional Popular (ANP), el parlamento chino sometido al PCC, cuya sesión anual comienza el lunes.
En Rusia, donde Vladimir Putin lleva como presidente o primer ministro 17 años, las reacciones fueron más bien positivas, según Alexander Gabuev, experto del Instituto Carnegie en Moscú.
Algunos observadores locales expresaron preocupación por una posible vuelta del autoritarismo a China, pero el Kremlin considera que “el mantenimiento en el poder de Xi más allá de 2023 es una cosa buena”, en particular ahora que “las relaciones con Occidente se deterioran un poco más cada mes”, estima Gabuev.
Desde la elección de Donald Trump como presidente estadounidense, Pekín intenta llenar el vacío dejado por Washington con su retirada de tratados comerciales y del acuerdo de París sobre el clima.
“Pero obtener de un órgano legislativo completamente supeditado al régimen la autorización de convertirse en autócrata de por vida no infunde respeto entre los dirigentes de países democráticos”, considera Orville Schell, del Instituto Asia Society basado en Nueva York.
– ¿Un dictador? –
La Casa Blanca se limitó a comentar que era una decisión que “compete a China”.
El presidente chino se mostrará probablemente más firme en materia de política exterior, predice Bonnie Glaser, analiza el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
Y es probable que acabe rodeado de aduladores que no se atrevan a contradecirle. “Es poco probable que tenga opiniones y consejos equilibrados y objetivos. Podría ser víctima de un exceso de confianza”, teme Glaser.
Esto podría desembocar en una afirmación “aún más fuerte” de las pretensiones territoriales de Pekín frente a sus vecinos en el mar de China meridional (Vietnam, Filipinas, Malasia) y oriental (Japón), estima.
La prolongación del mandato “suscita todavía más preocupación sobre China y sus intenciones en el extranjero”, recalca Eric Hundman, especialista de relaciones internacionales en la Universidad de Nueva York en Shanghai. “Todo el mundo lo va a interpretar como una mutación de Xi en dictador”. AFP