La reciente presencia de María Corina Machado en la sede de la Universidad de Carabobo, marca un hito, como pudo ocurrir – por enero del presente año – en la Universidad Central de Venezuela, aunque el acto realizado en la Plaza de Las Tres Gracias, todo un referente, tuvo también una extraordinaria importancia. Convengamos, la universidad fue un predio o coto exclusivo del liderazgo de inspiración marxista, tan vedado al resto de la humanidad que profesara otras ideas que solía imponerse la agresión directa y contundente del visitante que no tuviese por visado una bandera roja.
Bastará con ver las fotografías y videos de la actividad valenciana, desde la misma llegada de María Corina y todo su discurso en la sede, para apreciar el entusiasmo, el respeto y la admiración que generó entre la muchachada y los docentes que la saludaban aún desde las más altas terrazas. Por cierto, lo comentamos por una de las redes sociales, nos antojamos de una escena épica al comparar el saludo y agradecimiento que dispensó con una fotografías de su arribo, tiempo atrás, en otro y dramático contexto, a la sede de la Fiscalía General de la República al contestar a los aplausos y gestos de reconocimiento que le dispensaron desde los edificios vecinos.
Pocos han demostrado la tenacidad, claridad y el coraje de una líder harto diferente al cuadro convencional que, además, ha compaginado muy bien el formato y los intereses del régimen. Si de diagnóstico de esta amarga situación en la que nos encontramos, se trata, recordemos – por ejemplo – que denunció y probó con antelación la pavorosa crisis humanitaria en la que nos encontramos, ante el escepticismo, por decir lo menos, de quienes la criticaron desde la asombrosa superficialidad de las posturas dialogantes.
Ahora, a través de Soy Venezuela, una coalición alternativa de decisivo crecimiento, María Corina plantea la necesidad de acordarse sobre la Venezuela próxima que nos espera. Hubo pactos de incuestionable trascendencia histórica, como el de Puntofijo, el de La Moncloa o el de la Casa Rosada, que nos aleccionan, por lo que, responsablemente, debemos acordarnos sobre un conjunto inaplazable de materias, pues, contrario al camino que muchos adoptan, improvisándose en una demencial improvisación, el post-socialismo urge de respuestas de una profundidad quizá ahora insospechada.
Tierra de Gracia, es el planteamiento esencial que la Machado ha impulsado, nos remite a propósitos muy concretos como el de eliminar la reelección presidencial, establecer la segunda vuelta para todo comicio presidencial, refundar el sistema de justicia, reconceptualizar a la Fuerza Armada Nacional, garantizar la autonomía plena del Banco Central, instaurar una economía de mercados abiertos, implantar un programa de seguridad ciudadana, restituir el Senado y reequilibrar las relaciones entre el poder central y los estados y municipios. Hablamos de asuntos prioritarios, con vocación de consenso, que un liderazgo sobrio y convincente como el de María Corina Machado expresa en este duro desierto que estamos a punto de concluir para un diferente amanecer de Venezuela y de los venezolanos