El Día de San Patricio es una de esas fiestas de las que hace años apenas conocíamos algo y que comienzan a convertirse en ineludibles en nuestro calendario. Se puede decir que, sin parecerse, es el otro Halloween (exportado o importado) a todo el mundo, y en el que cada año el color verde protagoniza un sinfín de actividades lúdicas que sitúan en el mapa a un pequeño país con raíces y descendientes repartidos por los cinco continentes. Así lo reseña elpais.com
Como cada 17 de marzo, y a las puertas del otoño austral y de la primavera en el hemisferio norte, San Patricio hace salir a la calle a millones de personas que celebran al misionero cristiano y su símbolo del trébol vestidos de verde, disfrazados de duendes y con grandes desfiles y un desorbitado consumo de cerveza.
Esta costumbre de festejar en la calle la conmemoración de la muerte del patrón de Irlanda no siempre fue así, pero la celebración popular ha prevalecido sobre la religiosa y se ha extendido por todo el mundo, y ya sabemos que cuando una fiesta, ya sea religiosa o pagana, comienza a celebrarse en los colegios adquiere casi de forma automática la categoría de tradición.
Para los irlandeses es el día de la patria, de la unidad y del orgullo nacional con un marcado sentido religioso, pero para el resto del mundo es una celebración alegre y con suficientes ingredientes como para vivirla en la calle y sumarse a la marea verde de chaquetas, gorros y tréboles.
La celebración de Saint Patrick’s Day está marcada por la confusión que continúa existiendo respecto a los datos de la vida del santo cristiano, pero hay suficiente consenso como para honrar a Maewyn Succat, que era su nombre, nacido en el año 387 en Beenhaven Taberniae, provincia romana de Britania y actual Escocia, e hijo de Calpurnius, un diácono cristiano que además tenía un importante cargo civil.
La tradición y la leyenda irlandesas cuentan que Patricio fue secuestrado por unos piratas cuando aún era un adolescente de 16 años y fue trasladado a Irlanda.
Durante seis años trabajó como pastor y fue vendido como esclavo, aunque consiguió escapar y llegó a Francia. Sin embargo, sintió una llamada divina en su interior y regresó con su familia a Irlanda, el lugar donde lo habían tenido sometido, para transformar a sus captores y alejarlos del mal.
Desde ese momento, la vida de Patricio cambió gracias al propósito de llevar el cristianismo consigo, hacerse sacerdote y convertirse en misionero cristiano. En Irlanda, una zona donde ya se había comenzado a establecer el cristianismo, Patricio logró expandirlo mucho más rápido y de manera más efectiva consiguiendo desechar las creencias paganas de los habitantes locales.
Patricio se adaptó muy bien a las condiciones sociales del lugar, formó un clero local y varias comunidades cristianas, peregrinó por la isla predicando la religión católica y construyó iglesias. Adquirió tal popularidad que cuenta la leyenda que la catedral de Dublín se levanta sobre el lugar en que había un pozo que el santo utilizaba para bautizar a quienes se convertían al catolicismo. La tradición también le atribuye el milagro de ahuyentar a las serpientes de Irlanda y lo relaciona con el símbolo del trébol, porque es de lo que se valía el futuro santo para explicar el misterio de la Santísima Trinidad: Dios es uno, el trébol, pero trino a la vez, Padre, Hijo y Espíritu santo.
Patricio murió en el año 461 y fue enterrado en Saúl (Stragford Lough), el lugar en el que se cree que había construido su primera iglesia. Desde entonces se le conoce como el apóstol de Irlanda.
Cuando el país de dio cuenta del potencial de su patrón para construir su imagen de nación, cualquier elemento, por simbólico que fuera, pasó a convertirse en representativo de la fiesta de San Patricio (Saint Patrick’s Day). De ahí los tréboles, el color verde y las serpientes. El otro elemento indispensable en toda celebración en Irlanda es la cerveza. Su utilización viene por la excepción que la Iglesia católica hizo con los niños para que pudieran tomar dulces este día a pesar de estar en Cuaresma, así que la homologación de esta bula en los adultos se traduce en el permiso para consumir cerveza.
En Irlanda, conocido también como ‘el país esmeralda’, las celebraciones en honor de San Patricio duran cuatro días. Dublín, su capital, se viste de verde y las calles se inundan de música y bailes, convirtiendo el desfile temático de tres kilómetros que se realiza por sus calles en un atractivo turístico para miles de visitantes que viajan estos días para participar en él. Sus carruajes alegóricos y la vestimenta son dos puntos clave de su éxito, ya que no pueden faltar los disfraces de duende como símbolo de suerte y abundancia, y portar un trébol.
Otro elemento que desempeña un papel importante en la celebración es el ‘céilidh’, una danza tradicional irlandesa en la que pueden participar hasta 16 personas y con divertidas competiciones que se alargan durante horas. En ellas, las gaitas con ritmos celtas tampoco pueden faltar.
Y, por supuesto, la bebida y la comida ocupan un lugar destacado en la celebración: cordero, pan de patata, col y mucha cerveza -variedad stout-, aunque en los últimos años también se puede conseguir de color verde, son algunos de los alimentos que no pueden faltar en la celebración de San Patricio.
En realidad, fue a partir del siglo XVIII, y gracias a Estados Unidos, cuando esta fiesta religiosa comenzó a transformarse en la gran celebración popular que conocemos hoy y que continúa traspasando fronteras cada año. En ciudades como Boston y Nueva York los irlandeses inmigrantes comenzaron a celebrar el día de San Patricio en las calles con un desfile a partir de 1760 y, a medida que más irlandeses llegaban al país, más personas se unían a la fiesta.
El 17 de marzo de 1762, un grupo de soldados irlandeses alistados en el Ejército británico comenzaron a desfilar por las calles de Nueva York, que aún era un territorio colonial, e instauraron una tradición que aún pervive. Desde 1903, además, una ley en Irlanda convirtió el día de San Patricio en una fiesta pública y, por ese motivo, la diáspora de irlandeses por el mundo ha contagiado su celebración por los cinco continentes.
De hecho, el desfile de San Patricio más grande del mundo no se lleva a cabo en Irlanda, sino en Nueva York, en el que participan cada año más de dos millones de personas. Otra celebración curiosa tiene lugar en Chicago, donde el río te tiñe de verde durante unas horas debido a la pintura vegetal ecológica que arrojan en él.
Pero el Día de San Patricio también se conmemora en países como, Argentina, Australia, Suiza, Japón, España… con numerosas celebraciones, actividades culturales y lúdicas en la calle y en los tradicionales pubs. Además, los monumentos representativos y enclaves icónicos de todo el mundo también volverán este año a iluminarse del verde esmeralda de Irlanda para conmemorar la fiesta de San Patricio.