Siete años después de ayudar a la CIA a encontrar a Osama Bin Laden, Shakil Afridi se pudre en una prisión de Peshawar, olvidado por todos. Este médico paquistaní participó en una falsa campaña de vacunación orquestada por la inteligencia de EEUU en la ciudad de Abbottabad para conseguir muestras de ADN del ‘cerebro’ de los atentados del 11-S. Poco después, un comando de los Navy Seal asesinó al líder de Al Qaeda, reseña El Confidencial.
Afridi utilizó el programa falso de vacunación contra la hepatitis B para obtener muestras de ADN de la familia de Bin Laden, con el objetivo de ubicar al líder de Al Qaeda. El plan consistía en conseguir ADN de niños que vivían en el complejo fortificado donde la inteligencia de EEUU sospechaba que se escondía el terrorista más buscado del mundo y contrastar las muestras con las de su hermana, fallecida en Estados Unidos por un cáncer cerebral en 2010.
La CIA diseñó la operación tras descubrir a uno de los ‘correos’ de Al Qaeda en el complejo. Fue entonces cuando contrató a Afridi, que ejercía como responsable sanitario de la región tribal de Jaiber Pastunjuá, ubicada en la frontera con Afganistán. El doctor viajó hasta Abbottabad y, con algunos sobornos, puso en marcha la campaña de vacunación con la ayuda de médicos y enfermeras locales. Una de estas enfermeras fue quien consiguió acceder al lugar donde se escondía Bin Laden.
Detenido por alta traición
El 23 de mayo de 2011, 21 días después de la muerte de Bin Laden, Afridi fue arrestado por agentes de la inteligencia militar de Pakistán acusado de alta traición. Sobre el médico, no obstante, no pesan cargos relacionados con la operación para eliminar al antiguo líder de Al Qaeda. Un año después de su detención, un tribunal de justicia tribal le condenó a 33 años de cárcel por vínculos con un grupo insurgente de la región de Jaiber Pastunjuá?. El sistema judicial tribal de Pakistán permite los juicios cerrados, no requiere la presencia del acusado ante el tribunal y limita el número de apelaciones.
Desde entonces, Afridi pasa sus días solo, aislado de una población reclusa en la que abundan insurgentes que han jurado asesinarle por su papel en la caza de Bin Laden. El doctor no ha visto a su abogado desde 2014, solo recibe una visita de su mujer e hijos cada dos o tres meses. Durante dos años, el archivo de su caso ‘desapareció’, retrasando una apelación que todavía no ha tenido lugar. El tribunal sostiene ahora que no hay ningún fiscal disponible, según denuncia su abogado, Qamar Nadeem, a la agencia Associated Press.
“A todos les da miedo hablar con él, incluso mencionar su nombre”, dice Nadeem. Tienen motivos. Uno de los abogados de Afridi fue tiroteado ante su casa en Peshawar, mientras que el superintendente adjunto de la prisión, que había destacado el buen comportamiento del médico, resultó asesinado a balazos. Según el abogado, si fuera acusado de traición —algo que según las autoridades paquistaníes cometió—, el médico tendría derecho a un juicio público y a apelar hasta llegar al Tribunal Supremo, donde los detalles de la operación contra Osama Bin Laden saldrían a la luz, una posibilidad que aterra al ‘establishment’ político y militar paquistaní.
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