El pueblo mexicano donde los narcos asesinaron a todos los policías

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La guerra quedó grabada a manera de memoria dolorosa y amenazante en las estructuras cadavéricas de lo que fueron casas y negocios. A manera de lo que fue, sí? pero también de lo que no se ha ido. Guadalupe, municipio al este de Ciudad Juárez, colindante con Texas, es casi un pueblo fantasma, todavía.

Por Marco Antonio López Romero / Infobae

“La violencia no está detenida, es de diferente forma, pero sigue”, dice una mujer que vive desde niña en Guadalupe y que prefiere no dar su nombre. “Siempre
hay alguien vigilándonos”, cuenta.

Hace diez años que comenzó la guerra en este pueblo. Los cárteles de Sinaloa y de Juárez se disputaban el territorio, ideal para el tráfico de droga, personas y
armas porque no hay muro y el río lleva poca agua gran parte del año, las brechas que existen del lado norteamericano llevan a la carretera Interestatal 10 que conecta los estados fronterizos. Al enfrentamiento se sumaron el Ejército y la Policía Federal y este pueblo fue una devastada zona de guerra entre tres bandos.

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Marzo de 2008 llegó con el anuncio del inicio del Operativo Conjunto Chihuahua, impulsado por el entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
Llegó también con el arribo de 11.840 elementos de seguridad, entre policías federales, ministeriales y Ejército, al estado. Marzo cambió todo y no ha vuelto a la normalidad desde entonces.

Por ejemplo, en 2010 fueron asesinadas entre Ciudad Juárez y Guadalupe, municipios que representan apenas el 1 por ciento de la población total del país, 3.825 personas, es decir, el 15 por ciento de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico en México, las puso este puntito del mapa junto al río Bravo. Y el 50 por ciento de los homicidios fueron contra hombres de entre 15 y 29 años de edad, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

La cabecera municipal de Guadalupe es el poblado que lleva el mismo nombre, es parte de lo que se conoce como el Valle de Juárez, que comprende una parte de
Ciudad Juárez, Guadalupe y Praxedis G. Guerrero. Son más de 60 kilómetros de frontera que comparte el río con los poblados de Fabens, Tornillo y San Elizario, en Texas.

Desintegrar a la Policía y exterminar familias

Aunque parezca contradictorio, Guadalupe, uno de los municipios más violentos del estado de Chihuahua, no tiene Policía Municipal. A sus integrantes los
asesinaron, secuestraron, desaparecieron o amenazaron para que renunciaran.

Éricka Gándara Archuleta tenía 28 años cuando se convirtió en la primera comandante de la Policía Municipal de Guadalupe. Tenía bajo su mando a siete policías? todos renunciaron ante las amenazas y ella se quedó sola. Era la única policía que salía a patrullar el pueblo cada día con un fusil AK­47 cuando, el 23 de
diciembre de 2010, víspera de Navidad, fue secuestrada. Un grupo armado la sacó de su casa, a la que le prendió fuego, antes de irse con Éricka.

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Casi dos meses después, el 12 de febrero, fue hallada muerta en un canal de aguas negras, pero “eso no se supo hasta que pasaron ocho meses y el cuerpo, que fue encontrado en avanzado estado de descomposición, pudo ser reconocido.
Seis meses antes del secuestro de Éricka, el alcalde de Guadalupe huyó hacia Ciudad Juárez por las amenazadas del crimen organizado. Jesús Manuel Lara
fue acribillado frente a su familia y dentro de la casa en que se refugiaba, el 19 de junio de 2010.

Pasaron cuatro años y la familia de Éricka se enlutó de nuevo. El 11 de diciembre de 2014 fueron encontrados los cuerpos de tres hombres cada uno enredado en
una cobija. El multihomicidio de Élmer García Archuleta, estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y activista, así como de su hermano Édgar Iván García y de su primo Gabriel Gándara Archuleta, conmocionó a la comunidad de ambos municipios. Los cuerpos tuvieron que ser velados en El Paso, Texas, a donde huyó el resto de la familia en busca de asilo.

 

Los Reyes Salazar

A la familia Reyes Salazar le asesinaron siete integrantes, los demás, todos, tuvieron que huir y sus casas fueron saqueadas y quemadas. A Estados Unidos
pidieron refugio 36 integrantes y otros tantos en la Ciudad de México.

Josefina Reyes Salazar esperaba a su hijo de 19 años cuando sonó el teléfono. Julio César fue asesinado por un grupo armado que irrumpió la boda en la que se
encontraba. Era 15 de noviembre de 2008.

Con la entrada del Operativo Conjunto Chihuahua llegaron las amenazas para Josefina, ella exigía y se sumaba al movimiento contra la militarización del municipio. Fundó el Centro de Derechos Humanos Pro Valle de Juárez. En agosto de 2008, durante un cateo, un grupo de militares se llevó a otro de sus hijos, Miguel Ángel. Cuando acudió al cuartel le dijeron que ahí no estaba. Josefina se puso en huelga de hambre y logró que le regresaran a su hijo.

Josefina fue asesinada por dos hombres que la seguían. Cuando se dio cuenta se estacionó en un establecimiento de comida a donde intentó correr. Las balas la
alcanzaron antes. Era 3 de enero de 2010.

A Rubén Reyes, otro de los hermanos, también activista hacía más de 30 años, le dio alcance una camioneta luego de dejar a su hija en la escuela. Desde ahí lo
acribillaron. La primera en llegar a la escena fue su hermana Marisela que trabajaba en la escuela, consiguió una sábana para tapar el cuerpo perforado.

De un retén militar se llevaron a Elías Salazar, a su esposa María Luisa Ornelas y a su hermana Magdalena Salazar en febrero de 2011, a mediados del mes
aparecieron los tres cuerpos torturados. No queda ninguno en Guadalupe y todas las casas de la familia fueron quemadas.

Tras el asesinato de la comandante Éricka Gándara Archuleta se extinguió la Policía Municipal. Sin embargo, para 2015 invitó a la comunidad a reintegrarla.
Esta vez el comandante fue Máximo Carrillo Limones. El 21 de junio de 2015 fue sacado del estadio de béisbol por hombres armados, torturado y asesinado el mismo día.

El comandante Máximo fue relevado enseguida por Joaquín Hernández. El 7 de julio, se encontraba con su hijo, Jonathan Uriel Hernández, de 24 años y un hombre que fue a pedir trabajo. A la estación llamaron para reportar un accidente en la carretera Juárez El Porvenir. Los seguía una ambulancia que vio cómo los emboscaban y disparaban. El paramédico llamó a la reportera de El Diario Luz del Carmen Sosa, con la culpa de quien mata porque no pudieron ayudarlos, “nosotros no tenemos armas”, le dijo, como si tuviera que confesar o justificar la huida.

Desde entonces no existe la Policía Municipal y es el Estado el que se encarga de enviar elementos para que patrullen la zona. De acuerdo con empleados del DIF
municipal la población ronda los 1.500 habitantes, a 10 años de la guerra se considera que el 70 por ciento de la población huyó. En 2005 el censo de
población del INEGI fue de 4.647.

El 4 de febrero el presidente Enrique Peña Nieto, acudió para inaugurar el puente internacional Guadalupe­Tornillo, al que se le invirtieron 500 millones de pesos y se anunció como uno de los puertos más importantes en la frontera. Entonces y desde antes, para una visita del ex gobernador César Duarte, las casas del pueblo se pintaron de colores fosforescentes en un intento de disimular el abandono. Como en la Fiscalía, donde no hay ninguna denuncia por el incendio de las casas. Un intento estéril.

Cuando llegas a Guadalupe alguien te sigue. Es sábado y en el gimnasio municipal se celebra una pelea de gallos, adentro improvisaron un palenque, un
grupo de hombres toma cerveza y fuma atrás de las pajas que rodean a los gallos. La directora del DIF y esposa del presidente municipal, Patricia Olguín, cuenta
que es un evento del Municipio a beneficio de una iglesia cristiana. Ahí está el presidente pero no accede a entrevista, se tiene que ir de emergencia. Afuera dos
patrullas de la Policía del Estado cuidan el evento.

Los empleados municipales dicen que todo está bien y seguro. Pero la gente no quiere hablar o si lo hace da una recomendación, que no se detengan, que no tomen fotos: “Es un grupo que nunca se va a acabar. Es un consejo que les doy porque les pueden dar un asustadón que no se la van a acabar, los pueden para ministeriales o civiles, es lo mismo”. “Anoche escuché balazos”, dice una mujer sin nombre.