Santo de mi devoción nunca fué. Siempre me pareció un político sin brillo, ni carisma, uno más del montón que solemos encontrar entre los aparatchiks de los partidos políticos. Su lamentable ejecutoria gubernamental en España vino a corroborar mis barruntos previos. En efecto, “Bambi” Zapatero no dio la talla, y el que quiera pruebas asómese a las fuentes imparciales que recogen las cifras económicas deplorables que dejó su mandato.
Eran vox populi las simpatías y conexiones del señor Zapatero, como presidente de gobierno, con el chavismo. Hasta su embajador y un hijo de éste son señalados como participes en negocios turbios aun no bien aclarados.
No obstante, cuando el gobierno de Maduro anunció que el personaje serviría como una suerte de mediador o intermediario, junto a otros dos ex presidentes también amigos de aquel, para dialogar y/o negociar con la oposición democrática venezolana, lo vi con buenos ojos; valía la pena hacer esa apuesta, incluso con las reservas del caso, pañuelo en la nariz mediante. La paz bien vale el mal rato.
Y mis buenos ojos no eran porque considerara a los 3 personajes como actores imparciales ante la crisis nacional, obviamente que no; sino porque me parecía que el gobierno, al menos por interpuestas personas, tendría una representación con la cual sentarse a hablar preliminares, una suerte de correveidiles que pudieran ser útiles en una eventual negociación, a mi juicio, necesaria para dar una salida pacífica y democrática a nuestro aparente cul de sac.
Las vicisitudes y el resultado fallido de tales tratativas -si es que podemos llamarlas así- todos los conocen. Algunos llegamos a ver en ellas una posible solución, pero terminamos defraudados.
Un gobierno tramposo, que no tiene palabra, ni una pizca de moral, fue el causante directo del fracaso. Por eso falta a la verdad, con su cara muy dura, el señor Zapatero, cuando viene ahora a acusar a Julio Borges por no haber suscrito un acuerdo inaceptable en el que se complacía las aspiraciones del gobierno y se soslayaban demandas razonables de la oposición.
La dirigencia democrática hizo el esfuerzo de explorar una solución negociada, era lo correcto, a pesar de los cuestionamientos irracionales de sectores extremistas de la oposición.
Aunque la performance de aquella dirigencia pueda ser criticada por algunas pifias, en la intención y en su consistencia con la estrategia y principios, no.
Presionar para que tuviera lugar una negociación seria, que abriera cauces a una salida política que nos sacara del marasmo en que estábamos y aún estamos era lo conducente. No se podía firmar un acuerdo en el que ni siquiera condiciones electorales mínimas estaban garantizadas, más allá de generalidades poco concretas, de promesas de quienes no las honran nunca. No había allí ninguna concesión de parte del gobierno significativa y clara. Representantes de varios países fueron testigos de excepción de ese resultado y de la conducta bribona del gobierno.
Sin embargo, el gobierno consiguió en la oposición quien bailara al son electoral fraudulento que tocaba, y desde una posición y voluntad clara de no entregar el poder, como ya lo han declarado sin ningún pudor.
Así las cosas, entre otros, quisieron vendernos un imposible: la participación de un organismo internacional para que diera su visto bueno a la farsa, pero soslayando y/o ignorando que ese ente tiene sus procedimiento y tiempos cuando de esos asuntos electorales se trata.
Al declinar la ONU su participación, como nos adelantamos a vaticinar, salieron algunos descaminados a decir que era por culpa de la oposición tal negativa. Como si la MUD o el Frente Amplio, tuvieran tal poder que pudieran ordenar a las 5 más grandes potencias del Consejo de Seguridad o a los doscientos y pico de países de Naciones Unidas, que no vinieran. Definitivamente, la ignorancia es bien atrevida en algunos. Son los mismos que declaran muy serios, sin que el bigote se les mueva, pero haciendo un gran ridículo, que si no votamos el 20 de Mayo, al día siguiente nos invadirían los marines.
Son los que viven ponderando al inefable Zapatero. El que ahora tiene el tupé de proponer -siguiendo las instrucciones de su mandante Maduro- un acuerdo para el día siguiente a la farsa electoral de Mayo, a sabiendas, por supuesto, de cuál será el desenlace de ese proceso espurio.
Felipe González ha estado muy claro, desde su sabiduría política y experiencia, respecto de la situación venezolana y del rol que ha jugado su compañerito de partido. Le ha pedido a Henri Falcón que no sirva de taparrabos de Maduro, y haría bien este último en pensar tal consejo.
Su participación en el proceso que nos ocupa no va a legitimar al ilegitimable, por más que esa sea la intención. Sé que entre sus cálculos está que los 3 millones que saque o más, le servirán para presentarse como el líder de la oposición para negociar el supuesto acuerdo que anuncia Bambi Zapatero para el post 20M. Como quiera que todo vale en política, le deseamos mucha suerte en ese plan, del que quizás se arrepentirá.
Por lo pronto, a los ciudadanos de a pie no nos queda otra que seguir presionando, en sintonía con la comunidad internacional, para que el gobierno o se vaya por sus propios pies, o mediando una negociación que desencadene un proceso de transición política hacia la democracia y la libertad plena. Por supuesto, siempre en la más amplia unidad posible.
EMILIO NOUEL V.