Con una matrícula ínfima, lejos de alcanzar los 25 alumnos por aula, la sede en Zulia, que forma parte del Eje Geopolítico Regional “Cacique Mara”, de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) se ha reducido a pasillos y salones solitarios.
Por Adriana González
Los nuevos ingresos han bajado. Es evidente: los salones vacíos y el casi ausente bullicio juvenil en las instalaciones de la UBV, donde estuvo otrora la Universidad Rafael Urdaneta (URU), en el sector La Rinconada de la parroquia Antonio Borjas Romero, lo confirman.
En 2018 ha ingresado 311 alumnos, según arrojan los registros de la Coordinación de Ingreso, Prosecución y Egreso Estudiantil de la UBV Zulia.
En 2003, la matrícula alcanzaba los 8 mil estudiantes. Ocho años más tarde, en 2011, la cifra se había reducido casi a la mitad con 4.250 inscritos, número que bajó a 2.500 participantes en 2012. Hoy, cuatro años después la cantidad no suma ni la cuarta parte de ello.
Las carreras con más postulantes son Estudios Jurídicos y Comunicación Social, mientras que Arquitectura no recibió ingresos en lo que va de año. Pero la oferta académica abarca también Agroecología, Estudios Políticos, Gestión Ambiental, Gestión en Salud Pública, Gestión Social para el Desarrollo Local, Hidrocarburos e Informática para la Gestión Social, que no se ven representadas por gran estudiantado.
Entre las escasas bancas ocupadas en la amplitud de la universidad, tres alumnos esperaban clases a media mañana. Al consultarle sobre sus demás compañeros de estudio, un joven describió su realidad. “Aquí casi no hay gente ya, yo estudio Hidrocarburos y sólo habemos un compañero más y yo”, dijo el universitario.
A su lado, otro joven continuó la conversación. “En Arquitectura apenas quedamos 4 alumnos, contándome. Esto se la mantiene solo, casi nadie asiste y los profesores muchas veces tampoco vienen”, dijo el futuro arquitecto.
En uno de los bloques que conforman la casa de estudios, 20 aulas están inactivas por el bajo número de participantes. Sólo 3 salones funcionan como laboratorios de computación. Las clases se imparten en salones del rectorado y en un bloque adicional, en el que hay problemas de filtrado y humedad.
Entre factores como el alto costo de los pasajes, la escasez de efectivo que impacta en el tema transporte, que dificulta el traslado de los alumnos a la institución y la situación económica actual se suman a la desmotivación, fruto de la manera intermitente en que se imparten las clases, lo que hace que la matrícula se reduzca a pocos estudiantes aún optantes por titulo universitario.
Por otra parte, las becas otorgadas por la universidad no son suficientes para hacer frente a los gastos, dicen los estudiantes. “La ayuda que nos dan con la beca es de Bs. 80 mil. Con eso no pago los pasajes, que es en lo que más se va el dinero”, dijo la becada.
En Gestión en Salud Pública el número de alumnos llega hasta 6, dicen los cursantes, de los cuales la mayoría son nuevos ingresos. Dos de ellos dijeron que antes de diciembre el grupo era de 12 personas pero la mitad desertó.
Con el pasar de los años, la situación se agudiza, señaló Estela Meleán, quien está a punto de graduarse. “De 40 estudiantes que iniciamos la carrera de Comunicación Social en el 2014, apenas 4 seguimos estudiando”, dijo la cursante del último semestre y añadió que “muchos se han ido del país, otros se han desanimado por las condiciones de estudio y hay quienes, por la situación económica, dejaron de estudiar”, expresó.
El funcionamiento del comedor puede variar, aseguró Meleán. “Cada 15 días funciona bien, a veces semanal, todo depende”, explicó, destacando que es lo que despierta el interés de algunos de sus compañeros en seguir asistiendo.
Las renuncias del profesorado se suman a la decadencia del alma máter. Por lo menos un 70% de los profesores que hacen vida en Comunicación Social renunciaron desde diciembre, estimaron los escasos estudiantes.
“Muy buenos profesores se han ido y son reemplazados por otros que, no es que sean malos, pero no tienen tanta propiedad en el área que imparten, no siempre vienen y eso desmotiva, uno viene hasta acá para ver si es que hay clases o no”, aseguró Rosa Chacín, mientras adelantaba un trabajo final.
Una docente que prefirió mantenerse anónima, expresó que varios de sus colegas han renunciado y que lo hacen, con mayor incidencia, luego de sus períodos vacacionales. “Pueden renunciar 3 docentes por semestre” dijo.
La mujer sostuvo que “el 100% de nuestra población es de economía vulnerable, por lo que debido a la crisis económica han tenido que trabajar y dejar los estudios o desertan por el factor transporte, por eso ha bajado los nuevos ingresos, tenemos más ingresantes de los habitantes del sector que de la ciudad, propiamente (…) urge que nos trasladen a una nueva sede en la ciudad para tener más accesibilidad”.
Al ser consultado sobre la matrícula actual de la UBV, el director de la universidad, Eury Villalobos, informó que en las 3 secciones que hacen vida en la sede de Maracaibo hay 1.800 estudiantes, otros 613 más en en las 6 secciones del núcleo de San Francisco y 40 inscritos enla territorialización universitaria del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Reiteró que apenas 311 inscritos se hayan recibido en lo que va de año y que el tema de transporte ha incidido de manera significativa en la merma.
Acerca de la deserción de profesores, comentó que, de un grupo de 380 docentes, renunciaron 17 el año pasado, cifra que, según considera, “no es significativa, ni tiene incidencia” en comparación con el profesorado activo.
Adelantó que la reubicación de la sede marabina va encaminada, posterior a la reunión que sostuvo el gobernador Omar Prieto sostuvo con el ministro del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, Hugbel Roa.
Villalobos dijo que se ubicará en la antigua sede del Instituto Nacional de la Vivienda (Inavi) en el casco central de la ciudad, donde se inició la recolección de escombros y se espera que la primera fase se concrete este año.