Las esperanzas de los miembros de una caravana de migrantes que viaja desde Centroamérica para conseguir asilo en Estados Unidos aumentaban el martes, luego de que las autoridades fronterizas de ese país permitieron por primera vez que un grupo pequeño de mujeres y niños ingresara en la madrugada desde México.
La caravana, que ha sumado gente en el camino, comenzó hace un mes un periplo de 3.220 kilómetros a través de México rumbo a la frontera con Estados Unidos.
El viaje ha llamado la atención de los medios de comunicación estadounidenses, después de que el presidente Donald Trump dijo en Twitter que exigirá que no se le permita la entrada al país y que instará a que se apliquen leyes de inmigración más fuertes.
Celebraciones espontáneas estallaron el lunes por la noche entre las decenas de inmigrantes que acampaban cerca del paso fronterizo que une a Estados Unidos con la ciudad mexicana de Tijuana luego de que funcionarios estadounidenses admitieran la entrada de ocho mujeres y niños, alimentando la determinación de los demás para permanecer en el lugar hasta que sean aceptados.
Sin embargo, el Departamento de Justicia anunció la noche del lunes lo que describió como los primeros procesamientos contra miembros de la caravana, al presentar cargos penales contra 11 migrantes acusados ??de entrar ilegalmente al país por el cruce fronterizo de San Ysidro, en California.
“Estados Unidos no aceptará que sean ignoradas nuestras leyes de inmigración y que peligre la seguridad de nuestra nación”, dijo el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, en un comunicado en el que se anuncia los cargos.
El comunicado no dio una cifra sobre otros miembros de la caravana que pudieran también haber sido detenidos.
Atados de manos
Las manos del gobierno de Trump están atadas respecto a los solicitantes de asilo por las normas internacionales que obligan a Estados Unidos a aceptar algunas peticiones. La mayoría de los integrantes de la caravana dijo estar huyendo de las amenazas de muerte, la extorsión y la violencia de las poderosas pandillas callejeras.
Decenas durmieron al aire libre por segunda noche bajo el frío del desierto en los alrededores del concurrido paso fronterizo de San Ysidro, después de festejar la noticia conocida el lunes respecto a que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) había abierto la puerta de entrada a ocho mujeres y niños.
Quienes no lograron ingresar dijeron que continuarán en el lugar hasta que al menos se les permita contar sus historias a los funcionarios fronterizos e intentar convencerlos de que no era seguro su regreso a casa.
La caravana aumentó a 1.500 personas en un momento, pero desde entonces ha disminuido hasta cerca de unos cientos.
“Cruzamos todo México”, dijo Ángel Cáceres, quien contó que huyó de Honduras con su hijo de cinco años después de que su hermano y su sobrino fueron asesinados y su madre golpeada y violada. Ellos se quedarán “tanto tiempo como sea necesario, hasta que la última persona esté dentro”, afirmó.
No está claro cuándo se le podría permitir a más miembros de la caravana presentar sus solicitudes de asilo. Una portavoz de la CBP dijo que el puerto de entrada estaba congestionado con otros inmigrantes indocumentados y que los miembros de la caravana podrían tener que esperar en México temporalmente.
La mayoría de las solicitudes de asilo de los centroamericanos finalmente han fracasado, provocando su detención y deportación. El Gobierno de Trump dice que muchas solicitudes son falsas y que se aprovechan de vacíos legales.
Reuters