Las autoridades brasileñas trasladaron hoy desde Boa Vista, el principal punto de acogida de la inmigración venezolana, a 233 ciudadanos de esa nación caribeña que han decidido intentar rehacer sus vidas en Sao Paulo y Manaus.
Todos partieron en el mismo avión de la Fuerza Aérea Brasileña y 164 desembarcarían en la primera escala, en la amazónica Manaus, en tanto que los otros 69 seguirían viaje hasta Sao Paulo, la ciudad más poblada del país, donde esperan dejar definitivamente atrás la crisis económica, social y política en que se ha hundido Venezuela.
Entre quienes viajaron a Sao Paulo, algunos muy jóvenes, como es el caso de Edwin Herrera, de sólo 18 años y quien llegó solo hasta Brasil porque “en Venezuela no había trabajo y pasaba hambre”, según dijo a Efe.
Explicó que pensó durante casi un año en abandonar su país y que se decidió por “unos amigos” que llegaron antes a Boa Vista, capital del estado de Roraima, en el norte de Brasil, y le aseguraron que allí “estaría mucho mejor”.
En su Ciudad Bolívar natal quedaron su madre y dos hermanos que “todavía no saben” que abandonó Venezuela, pero a quienes pretende “traer a Brasil” si logra consolidar su situación en Sao Paulo.
Los planes para distribuir por el territorio nacional a aquellos venezolanos que llegan a Roraima comienzan en los mismos albergues de acogida, en los que se ofrecen nociones básicas de portugués, pero dependen del interés de los propios inmigrantes y las ciudades que pueden recibirlos.
En Sao Paulo, la preferencia es para personas solteras, sin hijos y con preparación para trabajar en la industria, y en Manaus se da prioridad a familias con niños y trabajadores del área de servicios.
En el avión que partió hoy hacia Manaus, junto a otras decenas de venezolanos estaban José Antonio Almarza, su esposa y dos de sus hijos, pues otros dos han quedado en Tucupita, la ciudad del estado de Delta Amacuro que dejaron hace cuatro meses.
“Son los más pequeños”, dijo a Efe sobre esos dos hijos, de dos y cuatro años y que han quedado con una de sus abuelas, aunque Almarza también sueña con reunificar a su familia una vez esté instalado y con trabajo en Manaus.
En Boa Vista aún quedan muchos otros venezolanos y alrededor de 6.000 están en una situación de “vulnerabilidad”, según calculan las propias autoridades brasileñas.
Unos 4.000 están en los albergues instalados por el Gobierno y otros 2.000 duermen en las calles de Boa Vista a la espera de que se abran nuevas plazas en esos refugios o se concluya la instalación de otros dos, anunciados para las próximas semanas.
Aunque no existen números muy precisos, las autoridades calculan que en los últimos meses han ingresado por el estado de Roraima unos 40.000 venezolanos.
Los planes del Gobierno apuntan a distribuir por otras zonas de Brasil a unos 15.000 venezolanos este mismo año, a fin de minimizar el impacto de esta ola migratoria en Boa Vista, que tiene 330.000 habitantes y es una de las capitales regionales más pobres del país.
Ese proceso, cuya segunda fase se completó hoy, había comenzado en abril pasado, cuando 199 venezolanos fueron trasladados a Sao Paulo y a otros 66 a Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso, una región fundamentalmente volcada a la agricultura y la ganadería. EFE