Atrapados en una pesadilla marcada por una dictadura que se consolida y una economía en pleno colapso, los venezolanos han sido convocados a ir a las urnas el domingo en una elección presidencial que en teoría les podría ayudar a cambiar sus fortunas.
Antonio María Delgado / El Nuevo Herald
Y sin embargo, gran parte de la comunidad internacional ha manifestado estar en contra de los comicios del 20 de mayo, con Estados Unidos y la mayoría de los países latinoamericanos advirtiendo que lo mejor es que el gobernante Nicolás Maduro se abstenga de cruzar la línea trazada en la arena, si no quiere terminar por desencadenar la ira del hemisferio.
¿Por qué algunas de las naciones más democráticas se oponen a una elección cuando las encuestas afirman que más del 80 por ciento de la gente quiere poner fin al régimen cada vez más autocrático de Venezuela?
Porque será una farsa, la mayoría de los países, incluido Estados Unidos, sostienen.
“El régimen de Maduro ya ha dado indicios de que recurrirá a su libro autoritario”, dijo el vicepresidente Mike Pence la semana pasada en un discurso ante la Organización de Estados Americanos (OEA). “En resumen, no habrá elecciones verdaderas en Venezuela el 20 de mayo y el mundo lo sabe. Será una elección falsa con un resultado falso”.
Son muchos los que comparten la misma opinión.
“Es un fraude a todas luces”, aseveró en un breve mensaje electrónico a el Nuevo Herald el Secretario General de la OEA, Luis Almagro. “Venezuela necesita un gobierno de transición que pueda generar un sistema electoral legítimo para dar soluciones al país. Lo peor que le puede pasar a Venezuela es la prolongación de la dictadura. Tenemos que dar respuesta a la falta de democracia en Venezuela, y no podemos ser indiferentes”.
La advertencia para que Maduro, quien busca un nuevo mandato de seis años, abandone sus planes electorales, también ha sido formulada por los países más influyentes de América Latina, congregados bajo el Grupo de Lima, quienes argumentan que los resultados a ser anunciados en la noche del domingo no reflejarán la verdadera voluntad del pueblo venezolano.
Estas son las principales razones por las que el mundo asegura que Venezuela verá el domingo unas de las mayores farsas electorales en la historia del hemisferio.
Ilegal desde su concepción
Las elecciones, que según la constitución deberían celebrarse en diciembre, fueron convocadas por la controvertida Asamblea Nacional Constituyente, una organización controlada por el gobierno de Maduro que aspira a remplazar a la Asamblea Nacional, que está bajo el control de la oposición.
Los expertos aseguran que el régimen no tenía el derecho legal de adelantar las elecciones, y advierten que uno de los elementos más preocupantes del trágico episodio es que se reconozca la convocatoria de la Constituyente, porque le brinda legitimidad.
La cuestionada asamblea de Maduro, creada el año pasado en unas elecciones en las que se cree se depositaron hasta tres millones de votos fraudulentos, aspira a ser todopoderosa y podría condenar a la irrelevancia cualquier victoria potencial de la oposición porque podría despojar a cualquier oficina de su autoridad.
El martes, el Tribunal Supremo de Venezuela, que opera en el exilio luego de que el régimen amenazó con arrestar a todos sus magistrados, declaró que las elecciones eran ilegales. “Cualquier acto pronunciado por el grupo de personas que se hace llamar Asamblea Nacional Constituyente es nulo e inválido”, dictaminó el tribunal en el exilio.
Las autoridades electorales duermen dentro del bolsillo de Maduro
Durante años, el régimen ha mantenido un firme control sobre el Consejo Nacional Electoral o CNE, la rama del gobierno a cargo del conteo de los votos.
Con un directorio compuesto por cuatro rectores chavistas y uno independiente, el CNE ha demostrado por años donde yacen sus verdaderas lealtades. En el 2013, por ejemplo, organizó en un tiempo récord una elección presidencial poco después de que se anunciara la muerte del presidente Hugo Chávez. Pero llevó muchos meses organizar en 2016 un referendo revocatorio mucho más simple, agotando el reloj hasta el punto de que el proceso no pudo llevarse a cabo.
“El CNE es el ministerio de elecciones del régimen”, ha declarado reiteradamente el ex embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, Diego Arria, al señalar que su función principal es garantizar que todo conteo final salga favorable a la revolución.
Elección Express
A diferencia del referendo revocatorio, el CNE en esta ocasión dijo no tener problemas en organizar una elección presidencial en tiempo record, fijando primero la fecha en abril, aunque después tuvo que retrasarla hasta el 20 de mayo.
Ese acelerado cronograma electoral casi no daba a los potenciales candidatos suficiente tiempo para hacer campaña. Según Luis Lander, presidente del Observatorio Electoral Venezolano, estas elecciones presidenciales solo otorgaban 26 días de campaña, a diferencia de los 96 días permitidos para la campaña presidencial de 2012.
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