Esta es la cara.
Un rostro que evoca aquellos años mozos de la adolescencia. Cuando la estás embarrando monumentalmente y tus padres y familiares te dan ese sermón que en aquel momento no entendiste. O la misma cara de un adicto al que le hacen una intervención y le dicen las muy duras realidades que se niega a aceptar.
Sin embargo es la cara del canciller de la “revolución”, el estudiado Jorge Arreaza. El yerno de Chávez ya no haya qué hacer para salvar el proyecto político de Hugo, ese mismo que nunca se concretó y que siempre se estuvo construyendo a costa de el daño a toda una nación.
Hoy Arreaza está regañado por todos lados, solo le queda el sospechoso habitual de Evo Morales para intentar lavarle la cara a un Nicolás Maduro que no le interesa los problemas de los venezolanos, esos problemas que tiene que escucharlos a juro en la Organización de Estados Americanos.
Arreaza sabe que no tiene la razón. Ellos, el gobierno bolivariano, sabe que el país está en el subsuelo… solo se aferran al poder.
¿Y Moncada?
Pareciera estar soñando con una Venezuela mejor, toda una pesadilla si estás en las altas esferas del gobierno. Algo que no les interesa.
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