Se suele decir que los Venezolanos sabemos de beisbol y misses, dos actividades en las que los venezolanos tenemos grandes exponentes. Pero, sí de industrias hablamos, aún nos identifican por nuestra empresa petrolera y por la producción de telenovelas, una fama a la que lamentablemente ya no responde nuestra realidad económica. Por una parte, la producción petrolera cayó a poco menos de seiscientos cincuenta mil, del millón quinientos mil de barriles diarios, con los que la principal empresa venezolana tendría compromisos de venta, y eso no puede significar, bajo ningún concepto, una mala racha, más bien, se trata del quiebre sistemático de la principal fuente de ingresos del estado venezolano.
Pero, la otra industria por la que fuimos reconocidos, la de las telenovelas, tampoco responde a su precedente, dejando para la historia, las clásicas competencias de popularidad que servían de referente para su comercialización internacional, sustituyendo el espacio, por los refritos mejor conservados. Sin embargo, la interacción con esta industria, nos dejó una cultura en dramáticos que aun hoy pudiéramos aprovechar. Sí, los venezolanos sabemos identificar en muy poco tiempo, en qué momento se presentan a los personajes, quién es el protagonista, el antagonista, en qué etapa de la trama se encuentra la producción y sobre todo, el orden que deben llevar estas etapas: antes del desenlace, siempre viene la etapa cumbre.
Esta afición del venezolano por las novelas, pudiera ser la que propiciara la facilidad para compartir rumores, los análisis políticos más descabellados, y la imposición de una realidad que sólo pudiera concebirse en las páginas más tristes de la historia, o en ficciones dramáticas dignas de una superproducción. Pero, ya que estamos, hagamos el esfuerzo de analizar los últimos acontecimientos en analogía con nuestras telenovelas: Las sanciones a funcionarios venezolanos por violaciones a los derechos humanos, el dramático deterioro de la calidad de vida de los venezolanos, la escasez de alimentos y medicinas, el éxodo masivo de nuestros compatriotas, el incremento de la violencia delincuencial, la caída de la producción petrolera, la imposición electoral a pesar del record de abstención, las fracturas en las relaciones entre los personeros del gobierno y finalmente la OEA dispuesta a avanzar con la firmeza de los organismos internacionales. ¿Es que acaso no están ocurriendo suficientes cosas como para ubicar nuestro drama en una etapa cumbre?
A pesar de los eventos recientes, aun no hemos alcanzado el momento culminante de nuestra historia, sabemos, por lo atropellado que se nos presentan los acontecimientos, que está próximo, pero aún, pudieran faltar algunos eventos que modifiquen el curso de la historia. Por ejemplo, un escenario de desenlace pudiera sobrevenir de la resolución de intervención internacional, por su justificación humanitaria con el pueblo de Venezuela, otro, a raíz de la caída en la producción petrolera, lo que pudiera argumentar una dimisión y huida del ejecutivo, amparada en el acuerdo de una justicia transicional, pero un tercer escenario para el desenlace, pudiera ser cuando el sector militar deje su papel de espectador en el drama y decida participar, poniéndole un punto final al gobierno de Maduro, escenario posible, si consideramos los efectos de las divisiones entre los personeros del gobierno y el control del mundo militar que tienen algunas fracciones. Sin embargo, este último escenario deja abierta la posibilidad de escribir una temida secuela de nuestro drama.
Para finalizar, conviene que recordemos que el mundo político no es una novela, genera implicaciones con efectos directos en nuestras vidas, por lo tanto, si queremos contribuir con el desenlace del drama venezolano, debemos aprender y enseñar a ser beligerantes, a analizar el entorno político con los argumentos de la razón, más que con los de las emociones, pero sobre todo a decidir y actuar en correspondencia con nuestros argumentos.
@maxsuarezd