Los colombianos irán a las urnas el domingo para elegir a su próximo presidente entre un abogado afín al libre mercado y un exrebelde izquierdista, en un segunda vuelta que decidirá el futuro del acuerdo de paz con la desmovilizada guerrilla de las FARC y el modelo económico del país.
El derechista Iván Duque, apoyado por el partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, es el favorito para ganar el balotaje frente al exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, quien perteneció a la desmovilizada guerrilla del M-19 y aparece 20 puntos porcentuales por debajo en las encuestas.
Lo que está en juego es la implementación de un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que puso fin a cinco décadas de conflicto con el grupo rebelde, así como si la cuarta economía de América Latina abandonará su modelo económico favorable a la libre empresa y la inversión.
“Una victoria de Duque no significará el final del acuerdo de paz, pero podría significar que se redujo a un mínimo”, dijo Yann Basset, profesor de la Universidad de Rosario. “Una victoria de Petro probablemente significaría un período difícil de incertidumbre económica”.
Duque, de 41 años, busca hacer cambios al acuerdo de paz, que considera demasiado indulgente con los exrebeldes, para obligarlos a que respondan primero ante la justicia por sus crímenes de guerra antes de ocupar cargos políticos.
Su iniciativa provoca preocupación entre algunos colombianos que temen que los cambios al acuerdo terminen en el regreso de miles de excombatientes a sus trincheras y provoquen una reactivación de la violencia y del conflicto armado que ha dejado unos 220.000 muertos en más de medio siglo.
En un intento por convencer a los electores indecisos, Duque suavizó su discurso y esta semana dijo a Reuters que no destruirá el acuerdo sino que le hará “correcciones” para garantizar una paz con justicia, verdad y reparación a las víctimas.
Petro ha criticado el acuerdo por no resolver la profunda desigualdad rural, pero dice que lo mantendrá intacto. Las modificaciones que plantea Duque no son fáciles de implementar debido a que el acuerdo fue ratificado por la Corte Constitucional y tiene el respaldo de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.
PANORAMA COMPLICADO
Independientemente de quien asuma el cargo de presidente el 7 de agosto, el panorama luce difícil.
La economía de 320.000 millones de dólares enfrenta una desaceleración, una nueva generación de grupos ilegales armados dedicados al narcotráfico controla zonas desalojadas por las FARC y casi un millón de inmigrantes venezolanos han llegado huyendo de la crisis económica y social en el país petrolero.
Aunque nunca fue un combatiente, Petro perteneció a la guerrilla del M-19 que se desmovilizó en 1990, y es mostrado como ejemplo de la manera en que los guerrilleros pueden hacer la transición a la política.
Su gestión como alcalde fue criticada y polémica. La Procuraduría General lo destituyó de su cargo transitoriamente por cambiar el sistema de recolección de basuras, pero fue reintegrado.
“Fue muy mal dirigente. Le quedó grande gobernar a Bogotá, cómo gobernar el país entero”, dijo Fidel Hernández, de 43 años, en una tienda de bicicletas de Bogotá donde trabaja.
Sus oponentes lo acusan de querer implementar en Colombia un sistema socialista como el de Venezuela, que está inmersa en una grave crisis económica y social.
El economista de 58 años niega que sus planes de redistribuir la tierra subiendo los impuestos a los dueños de grandes extensiones de propiedades improductivas impliquen una expropiación. Además acusa a las elites políticas y económicas de perpetuarse en el poder en perjuicio de los más pobres.
En una eventual victoria, Petro tendría dificultades para impulsar sus reformas en un Congreso controlado por la derecha y, antes de la segunda vuelta, suavizó su discurso al anunciar que desistía de su idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente.
En menos de cuatro años Duque pasó de ser un principiante en la política a convertirse en el hombre de confianza de Uribe y en candidato presidencial.
Su cercanía con el expresidente en su principal ventaja y su mayor talón de Aquiles. Uribe es elogiado por muchos colombianos por enfrentar con mano dura a las FARC y haber mantenido un sólido crecimiento económico en su gobierno, pero es visto con recelo con otros que quieren una sociedad reconciliada.
Los críticos de Duque aseguran que su poca experiencia lo llevaría a convertirse en un ejecutor de las órdenes de Uribe.
“Duque está muy asesorado por Uribe, y me imagino que es un títere de él”, dijo Francisco Robayo, un empleado de 50 años que anunció su voto por Petro.
Las promesas de Petro de aumentar los impuestos a los ricos y aumentar la inversión social han inquietado a los inversionistas, pero existen preocupaciones de que la agenda de Duque de reducir la tributación a las empresas también pueda empeorar el déficit.
Duque ha prometido políticas favorables a las industrias petroleras y mineras, los principales productos de exportación de Colombia, en un intento por reactivar la producción. Petro pretende sacar al país de la dependencia del petróleo y el carbón e impulsar la agricultura.
Más de 36 millones de colombianos están habilitados para votar, mientras que 157.000 efectivos de las Fuerzas Armadas garantizarán la seguridad durante la jornada electoral. Reuters