“Contra la violencia del cobarde con el fusil, desobediencia civil”. Así arrancó hoy en Nicaragua la marcha conmemorativa de la comunidad de lesbianas, gays, bixesuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), que este año se alejó de reivindicaciones propias para unirse al pueblo que sufre la represión y violencia del Gobierno.
La comunidad de diversidad sexual nicaragüense, acostumbrada a conmemorar, año tras año, la fecha del Orgullo Gay con fiestas estrambóticas y celebraciones por todo lo alto, esta vez da un giro en señal de apoyo de la lucha de un país que vive una crisis sociopolítica, desde el pasado 18 de abril, y se une a quienes se olvidan del individuo para pensar en toda una sociedad reprimida.
“No estamos celebrando nada, estamos exigiendo justicia y democracia. La gente viene alegre, porque nuestro grupo social es alegre, pero estamos con el corazón partido, estamos con la lucha a flor de piel, no es posible que hayan matado a casi 300 hermanas y hermanos en Nicaragua”, dijo a Efe Marvin Mayorga, coordinador de la Iniciativa por la Diversidad Sexual en Nicaragua.
Mayorga, con rabia contenida y lágrimas en los ojos, en sintonía con la mayoría de la población nicaragüense, señaló que “no es posible que la dictadura en este momento siga matando niñas y niños, que esté utilizando balas de plomo, esté utilizando artillería pesada para replegar a la población”.
Nicaragua vive “un momento histórico”, razón por la cual la comunidad LGBTI decidió, unánimemente, unirse a la protesta general y olvidarse de la propia, y fue así como, entre banderas multicolor, los grupos de diversidad sexual se unieron al grito de “cese a la represión” y a la histórica consigna “que se rinda tu madre”, con la esperanza de su eco llegue al Gobierno.
“No es posible que el Gobierno siga asesinando más gente en el país, así que esta marcha es una demostración de eso, con el corazón triste, pero con alegría; la población LGTBI está igual que el resto de la gente, reclamando el cese a la represión, exigiendo al Gobierno de Nicaragua que dé una respuesta clara sobre la democracia y la justicia en el país”, explicó Mayorga.
Durante las más de dos horas que duró la marcha, la habitual música reivindicativa de los derechos de la población LGBTI se silenció conscientemente para ser sustituida por los tradicionales himnos nicaragüenses que datan de la dictadura de Anastasio Somoza y que claman por la democracia y la justicia en un país que revive su historia.
“Nosotros exigimos a Ortega el respeto irrestricto de todos los derechos humanos, que deje de estar asesinando al pueblo, que dé la cara, que explique por qué ha matado a casi 300 personas en el país” desde el 18 de abril, cuando los nicaragüenses decidieron sacudirse la mordaza que les había tapado la boca durante años, para protestar por las reformas del seguro social propuesta por el Gobierno.
Y así fue como arrancó una de las crisis más violentas del siglo XXI en la región centroamericana, paradójicamente, en uno de los países con menor índice de violencia, casi ínfimo, comparado con el Triángulo Norte Centroamericano, formado por El Salvador, Guatemala y Honduras.
El mundo entero veía Nicaragua como un oasis de calma y paz frente a las naciones vecinas, pero el presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, se tomaron el poder como un sistema para manejar a su antojo a una población que parecía aleccionada y sometida, por una ciudadanía que levantó su voz cuando ya no pudo más.
Y, para sorpresa del grupo de poder orteguista, ocurrió lo que parecía no hubieran esperado jamás. El pueblo se cansó, se reveló, se hartó de los “abusos” que se produjeron reiteradamente durante años y que nadie denunciaba, otorgando al mandatario y su cohorte toda la tranquilidad y seguridad necesarias para seguir manejando a los ciudadanos a su antojo.
“La salida de Ortega (del poder) tiene que ser pronto y tiene que ser de cara, respondiendo sin impunidad por todos los asesinatos que se han cometido, respondiendo también por el desfalco del Instituto Nacional del Seguro Social, respondiendo por qué está armando a paramilitares para matar a civiles”, dijo Mayorga en el transcurso de la manifestación.
Nicaragua atraviesa desde hace más de dos meses la crisis más sangrienta desde 1980, también con Daniel Ortega como presidente, que ha segado la vida de 285 personas, incluidos 20 menores de edad, según cifras de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
Las protestas contra el Gobierno comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, tras once años consecutivos en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción del poder orteguista. EFE