Una funesta consecuencia del narco régimen es haber desterrado, en medio de una colosal bonanza petrolera, la cultura del esfuerzo propio. No se aprovechó la lección costosa de no haber administrado bien la primera bonanza para cuando llegara el tiempo de las vacas flacas, como siempre sucede por las oscilaciones de mercado. Sin embargo, con toda la improvisación de CAP I, quedó plasmada la inversión en la formidable planta industrial de Guayana y el sin par Plan Mariscal de Ayacucho. Se pudo administrar mejor, sin lugar a dudas, pero buena parte de la riqueza quedó en la infraestructura física de planteles escolares, hospitales, acueductos y carreteras. Con estos vándalos asidos al poder fuera del orden constitucional, lo que nos dejan de su criminal administración es un cuero seco, un yermo, miseria, hambre pareja, desnutrición, enfermedad y muerte y conculcación de libertades. Asistimos al mayor latrocinio de nuestra historia republicana.
Nos toca a los protagonistas del porvenir desterrar lo funesto y edificar la cultura del esfuerzo personal, familiar y de país. Un país se construye con esfuerzo individual y colectivo, no con la cultura de la flojera, del regálame algo, y los anti valores de un poder sin ética que resultó en el peor modelaje.
Todos los venezolanos estamos hartos de tanto populismo, militarismo represivo, de tanto engaño y mentira, de estatismo improductivo y centralismo. Las mafias en el poder que destruyeron alevosamente el aparato productivo, no han podido acabar con la fibra aspiracional de un sector emprendedor e innovador que a pesar de lidiar con condiciones adversas no ceja en su empeño de salir adelante, en producir bienes y convivir normalmente dentro de una sociedad democrática.
El país luce exhausto y se resiste a los carteles de la droga presentes, a esta conjunción de intereses oscuros que se hicieron del poder, de los grupos irregulares controlando más de la mitad de nuestro territorio. Estamos hartos de colectivos armados, de la guerrilla colombiana asentada y protegida mediante la concesión de santuarios y de la presencia de terroristas islámicos lesionando nuestra soberanía. Ya no se aguanta a un régimen que devino en Estado forajido y fallido que se sostiene sólo con la represión. Estamos ante el secuestro de un país.
Todos exigen la dimisión del usurpador, sabemos que no lo hará voluntariamente; su salida del poder tendrá lugar por un conjunto de fuerzas, presión nacional e internacional, desobediencia general, presiones institucionales de los poderes legítimos: la AN, el TSJ en el exilio, fuerzas policiales y militares fieles al cumplimiento de la Constitución. No hay espacio para la neutralidad. Esperamos por una dirección política coherente, transparente y firme.
¡Libertad para los presos políticos y regreso de los exiliados!