El periodista Damián Prat es un dedicado celador de nuestras empresas básicas de Guayana. En los últimos años ha llevado un recuento permanente de la insólita debacle de ese formidable complejo industrial, que hacía de la confluencia del Orinoco y el Caroní una suerte de Valle del Ruhr venezolano. Hoy, como lo describe Prat en reciente artículo, no resta más que un “ desastre inimaginable”.
Venezuela tiene las condiciones naturales para ser el primer productor mundial de aluminio: la hidroelectricidad, que constituye el 35% del costo de producirlo, disponible a costo marginal cero; bauxita –la materia prima- en las minas de Los Pijiguaos en el mismo Estado Bolívar; el Orinoco, como vía natural de transporte de ese mineral hasta la planta que lo convierte en alúmina, y contiguas a ésta, Alcasa y Venalum que manufacturan el aluminio, plantas que fueron modelos industriales. En estos primeros seis meses se extrajo la bauxita equivalente a la que anteriormente se producía en solo tres días, la producción de alúmina, que era de 2 millones de toneladas, cayó a cero, mientras las dos plantas de aluminio producen al 6 y 15% de sus respectivas capacidades, procesando alúmina importada. En cuanto a nuestra otrora impresionante producción de acero, Sidor está al 2% de su capacidad y Sidetur acumula doce meses de producción cero.
Enumera Prat la hilera de generales que han presidido la Corporación Venezolana de Guayana, quienes son, sin duda, corresponsables de ese desastre patrimonial. Chávez, jactancioso de la designación de militares en altas responsabilidades civiles, ponderaba que, por su elevado rango, eran sobradamente idóneos para administrarlas. Ya vemos cuál ha sido su desempeño. Hoy, cuando baten tambores de guerra con países vecinos, el régimen debería preocuparse de que los equipos y recursos con los que cuenta la defensa nacional no se hayan administrado y resguardado con similar ineptitud…