¿Cuánta dirigencia se nos acercó a trabajar con nosotros en cada parroquia, municipio o estado durante la campaña electoral presidencial? ¿Cuántos de esos dirigentes aun están con nosotros?
Hemos sabido de decenas de activistas y dirigentes -no militantes y de otros partidos- que nos acompañaron en cada estado bregando con nosotros los votos que necesitábamos para impulsar el triunfo de la candidatura de Henri Falcón. Muchos de ellos con muy buena calidad dirigencial, con experiencia, con comprensión del proceso político -injusto y degradante- que vive Venezuela; jóvenes esperanzados unos, adultos -incluso mayores- convencidos que era esa jornada nacional la oportunidad ciudadana para cambiar al régimen; mujeres ganadas para convertir la protesta diaria en una conducta sufragante; profesionales con criterio analítico de qué está pasando en sus sectores. Y todos entusiasmados por la iniciativa de Henri Falcón y Avanzada Progresista, con los partidos aliados electorales, de darle una oportunidad a la democracia desde el voto. No lo logramos. Privó la emocionalidad de la desilusión y la desesperanza fermentada por errores de ambiciones programadas y por mezquindades tácticas, desbordada e irreflexiva, aupada por intereses -algunos respetables; otros de variado pelaje y de vuelo gallináceo inducidas por la “agenda setting” de los abstencionarios- que finalmente ayudaron a Maduro. Mas, en el tema, quienes se nos acercaron nos dijeron sí, nos asintieron; significan un capital humano de alto valor que en lo que toca al partido nos miraron atractivamente y que potencialmente vendrían a engrosarlo.
Y uno se pregunta dos meses después de la derrota del 20M ¿Cuántos de esos de esos dirigentes, activistas de base y regionales, parroquiales y municipales, se quedaron con nosotros? ¿Cuántos confirmaron su simpatía con el partido porque sintieron el ambiente amigo y la empatía política oportuna en un partido que debe -o debería- distinguirse? No sabemos pero ahora los necesitamos pues AP ha ratificado su vocación sufragista para las elecciones municipales.
Lo que si sabemos, con evidencia demostrable, es que pocos se han ocupado de hacer un balance objetivo de cuánto logramos en las presidenciales como partido (y me refiero a logros de suma y avance de carne y hueso) y cuánto mantenemos de esos posibles logros respondiendo a una sencilla pregunta ¿Hay nuevos dirigentes en el partido que suman reconocimiento popular, comunitario o sectorial?
Si cada región partidista deja de esperar estrategias milagrosas, o por lo menos estrategias y orientaciones útiles de la “dirigencia superior” (para darle un nombre) y se dedica a unir el partido con propósitos, sumar voluntades sin sectarismos, sin jugar a la cuida, incorporando a todo el mundo (y convertir los pronunciamientos progresistas en verdades actuantes, vivas), ganándose a la calidad para un partido mejor y responsable, seguro podríamos cambiar las incógnitas pesimistas que ya se asoman. Seguir con el club de amigos es la ruina de Avanzada, o de cualquier partido.
Un partido es un compromiso colectivo asumido individualmente. No podemos esperar de todos los militantes, y adherentes varios y simpatizantes, que trabajen la lealtad al compromiso partidista con el mismo afán con que trabajan sus más preciados intereses individuales, lo que si debemos pedirles es que dejen que otros hagan su trabajo. Nuestra consigna -unir, sumar, avanzar- es un buen resumen de lo que debemos hacer.
*Justo Mendoza
Secretario Político del CEN de AP.
Coordinador de Formación Política