La primera es la consideración del efecto potencial de la aplicación de sanciones a Irán a partir de noviembre por parte de la administración de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Irán es el tercer productor de la OPEP, con 3,8 millones de bpd, y las sanciones tendrían implicaciones en clientes usuales de crudo iraní, y en empresas de Europa, Japón, Corea del Sur, India con interés en invertir, y, por lo tanto, para no verse afectados, dejarán de comprar a Irán o de invertir, lo cual generara un desplazamiento hacia la búsqueda de otras fuentes de suministro, con impacto en las exportaciones iraníes calculado hoy en 2 millones de bpd.
La segunda situación es la caída constante de la producción de Venezuela, que según los analistas se agravará e, incluso, caería por debajo de 1 millón de bpd, lo cual significaría prácticamente la desaparición del país como exportador de petróleo. Hoy la producción del país, según fuentes independientes de la OPEP, sería de 1,3 millones de bpd. Por otro lado, la producción de Estados Unidos sigue creciendo y se ubica en el orden de los 11 millones de bpd, y se ha convertido en un oferente más del mercado global, todo como resultado del cambio estructural del mercado petrolero.
La energía es un elemento afectado por múltiples variables; una de ellas muy importante actualmente se refiere a la tensión del comercio internacional, lo que han denominado los expertos como “la guerra comercial” entre Estados Unidos, China, la Unión Europea, el Nafta. Potencialmente, la guerra comercial podría tener efecto negativo en el crecimiento global del PIB de 0,5%; por ende, los cálculos de crecimiento de la demanda de petróleo hoy están en el orden de los 98 millones de bpd.
Con un mercado balanceado, los factores geopolíticos cobran relevancia para ser considerados en la formación del precio del crudo; entre esos factores está, por ejemplo, el riesgo de las inversiones petroleras en México, por el cambio de gobierno de López Obrador, quien ha indicado que revisará el proceso de apertura llevado a cabo por el presidente saliente, Peña Nieto.
Como consecuencia de lo anterior, y para mantener estabilidad, surge el anuncio del aumento de 1 millón de bpd de suministro al mercado por parte de Arabia Saudita, influenciado en parte por factores geopolíticos, como la conflictividad que mantienen con Irán, a lo que se suma la petición de Trump del aumento de producción de la OPEP.
Como podemos observar, la dinámica de corto plazo en un mercado es cambiante; pero también es de considerar el mediano y el largo plazo en que también hay situaciones que afectan al petróleo como fuente primordial de energía, lo que es fundamental para un negocio con visión de largo alcance.
En el caso de nuestro país, por la propia situación de vida de la gente, con una crisis económica considerada la peor de la historia republicana, por culpa de un modelo económico fracasado, ideologizado y de índole totalitaria, en el que la permanencia en el poder político priva sobre el bienestar social, el crecimiento económico, las libertades de los ciudadanos; con un gobierno acostumbrado a gastar del ingreso petrolero como si se tratase de una fuente inagotable de fondos, es común la pregunta o, quizás, una llamada de esperanza: ¿es posible recuperar a Pdvsa?
En mi opinión, la Pdvsa actual no es recuperable. Desde su gestión operacional, comercial, financiera hasta la politización, de ahora en adelante veremos con bastante probabilidad el incumplimiento de pagos, con lo cual una serie de demandas afectarían aún más sus operaciones e incluso negocios como Citgo.
Pero es distinto de preguntarse: ¿la actividad petrolera en Venezuela es recuperable? Para esto la respuesta es afirmativa, sí es recuperable. Tenemos todas las oportunidades de recuperar la actividad petrolera; además, es vital, clave, necesaria y obligatoria para tener una salida a la crisis económica y social del país.
Ahora bien, comparto algunas ideas pensadas a lo largo de estos años fuera de Venezuela por la persecución que, como otros muchos venezolanos, vivimos simplemente por pensar distinto. La recuperación de la “industria petrolera” en nuestro país debe considerar una serie de acciones, factores y variables como consecuencia de la necesidad de la recuperación económica del país, de las fuentes de financiamiento externo e interno, de la inversión privada nacional extranjera para permitir e impulsar un crecimiento y la recuperación de todas las fases de la industria petrolera, tanto aguas abajo como aguas arriba.
Todos debemos tener clara la no existencia de cheques en blanco para reestructurar la economía de un país. Será necesaria la supervisión y ejecución de programas de los entes multilaterales para la aplicación de programas de ajustes económicos con un contenido social imprescindible, y habrá que hacerlo sin complejos.
A tal efecto, uno de los factores claves para recuperar la industria petrolera es crear y fortalecer los entes regulatorios, de control y seguimiento para reactivar la producción, la refinación y el comercio de los hidrocarburos, incluido el Ministerio de Petróleo. Hay ejemplos en otros países, como Noruega, de cómo organizar organismos de este tipo. La ejecución, operación de la actividad petrolera puede perfectamente ser hecha por inversiones de nacionales, incluso aportes de cada ciudadano de manera colectiva o individual, y extranjeros. Para ello será fundamental una auditoría de las condiciones establecidas en los diferentes convenios de asociación en los que la supuesta revolución ha comprometido el patrimonio petrolero y en los cuales participa Pdvsa.
Lo importante de este cambio de paradigma en cuanto a la industria petrolera es su ejecución de manera transparente y rápida para aprovechar la generación de ingresos que permitan diversificar la economía y no volver a un modelo de ultradependencia del ingreso petrolero como el actual.
Pdvsa durante este proceso de cambio debe orientarse en exclusividad al negocio medular del petróleo y ser el vehículo para facilitar lo que podemos llamar el proceso de transición de la industria petrolera. Todas las demás actividades y cargas actuales de Pdvsa, que no se corresponden con el negocio petrolero, deben transferirse a los entes del Estado creados para tal fin.
Obviamente, esta propuesta requiere ser coordinada de manera integral con el plan económico del país, y volver a tener una política petrolera con visión de nación, y no petróleo para la política, como hemos venido sufriendo los venezolanos desde 2002.
La diáspora de los trabajadores petroleros, hoy en día regados por todo el mundo, será un activo a ser utilizado, el cual nos abrirá puertas para atraer inversiones, efectuar acuerdos y posibilidades de negocio que traigan un efecto multiplicador para la economía de nuestro país.
En conclusión, hay un trabajo apasionante para lograr la transformación del país y poder montarnos de una vez en el siglo XXI; el liderazgo político opositor tiene una altísima responsabilidad para lograr el cambio y brindar oportunidades para todos de generar riqueza basada en el talento y los méritos que la mayoría de los venezolanos tenemos como principios y valores de vida.