El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, habló el viernes con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, para discutir su “preocupación mutua” sobre la crisis política en Nicaragua, dijo la Casa Blanca en un comunicado.
AFP
“Los dos líderes condenaron la violencia que se ha cobrado cientos de vidas y cada vez más apunta a la Iglesia católica, y reafirmaron su apoyo a la Conferencia Episcopal de Nicaragua y a toda la comunidad de fe que se ha mantenido firme en la defensa de los derechos humanos, la democracia y la libertad”, señaló el texto.
Nicaragua está sacudida desde abril por protestas contra el gobierno de Daniel Ortega, que dejan 317 muertos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de los cuales las autoridades solo reconocen 197.
En la conversación con Parolin, Pence destacó el liderazgo de la Iglesia para mediar entre las partes, así como los llamados del papa Francisco a un diálogo nacional para solucionar la crisis.
El vicepresidente estadounidense reconoció el “sacrificio personal del clero de la iglesia en Nicaragua” para proteger los derechos humanos, defender la libertad religiosa y promover negociaciones de buena fe, indicó la Casa Blanca.
Además de promover el diálogo, la Iglesia católica ha denunciado la violencia ejercida contra los manifestantes y refugió a los heridos en las protestas.
Pence dijo a fines de julio que el gobierno nicaragüense está “en guerra” contra la Iglesia católica. Ortega negó las denuncias sobre hostigamiento a religiosos y templos católicos. “Ni un solo nicaragüense ha muerto en ninguna iglesia. Eso es falso”, aseguró.
Las relaciones entre el gobierno y la iglesia en Nicaragua pasan el peor momento de las últimos dos décadas tras acusaciones de Ortega de “golpistas” a los obispos, que en su papel mediador propusieron adelantar las elecciones de 2021 a 2019.
El diálogo, iniciado el 16 de mayo, se encuentra paralizado desde mediados de junio debido a la violenta represión de las protestas y la negativa del gobierno a abordar la democratización del país, que incluye la propuesta de elecciones anticipadas.
Estados Unidos abogó la semana pasada por “elecciones libres, justas y transparentes” como única salida a la crisis en Nicaragua, de la que responsabilizó a Ortega y a su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo.