Una enfermera arrastra un contenedor vacío por los pasillos azules del Hospital Universitario de Caracas y las puertas de madera de los escusados tienen carteles donde se lee “baño contaminado” porque el centro de salud, que alguna vez fue referencia en Latinoamérica, no tiene agua.
“He llegado a la terrible realidad de ir a quirófano a operar una paciente y voy a abrir el grifo para lavarme las manos (…) y no sale nada”, dijo la doctora Lina Figueira del servicio de ginecología en el hospital.
El problema se ha agravado en los últimos 4 meses debido al deterioro progresivo del sistema que surte de agua a la ciudad, mientras en la capital y en el interior del país petrolero las protestas se hacen cada vez más frecuentes por la escasez del servicio de agua.
La falta de ese servicio se suma a una larga lista de deficiencias por las que atraviesa actualmente el país, donde los venezolanos deben enfrentar la falta de luz, escasez de comida y medicinas y una hiperinflación que altera los precios de manera interdiaria.
El ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, anunció en julio la incorporación de una nueva “línea estratégica” para la acción de gobierno, “un plan especial para la recuperación en tiempo perentorio, en las próximas semanas, del aporte de agua potable a la Gran Caracas”.
Rodríguez no dio detalles y el Ministerio de Comunicación no contestó a solicitudes de comentar sobre el plan.
A inicios de junio, las autoridades atribuyeron la falta de repuestos para tuberías y sistemas de bombeo a la denominada “guerra económica”, que incluye sanciones impuestas por Washington el año pasado a la petrolera estatal PDVSA, que provee el 95 por ciento de los ingresos en divisas del país.
La carencia de agua, en particular, levanta preocupaciones en cuanto a higiene y salud en una población ya golpeada por el regreso de enfermedades antes controladas.
Según una encuesta publicada en agosto dirigida por las no gubernamentales Fundación Tierra Viva y la coalición Clima 21, de 339 caraqueños encuestados, 75 por ciento reportó no recibir agua regularmente y 11,2 por ciento consideran que el agua que reciben les ha ocasionado enfermedades de piel o gastrointestinales. No hay cifras comparativas.
La creciente preocupación por la falta de higiene ha llevado a especialistas a recomendar hervir toda el agua que vaya a ser consumida para evitar posibles enfermedades.
Los pacientes han tenido que llevar su propia agua además de los insumos necesarios para asegurar su cirugía y el hospital se ha visto obligado a reducir sus actividades, reprogramar cirugías y esterilizar el material necesario en otro hospital.
La falta de mantenimiento del sistema que lleva el agua a la ciudad y la “desprofesionalización” de Hidrocapital, la compañía estatal encargada de procesar y llevar agua a los hogares venezolanos, son las causas de la actual crisis, según José de Viana, ingeniero y ex presidente de Hidrocapital.
“Durante muchos años ese proceso de deterioro no se notó. Pero en este momento las situaciones en los sistemas de transporte de agua a la ciudad están muy dañados”, dice el también profesor universitario de Viana.
“Si se quisiera reparar lo que pasó, es concentrarse en hacer una rehabilitación profunda de los sistemas de transporte a la ciudad”.
Actualmente Caracas recibe 5.000 litros menos de agua por segundo que hace 20 años, cuando recibía 20.000 litros por segundo, agregó el experto.
El agua llega a la ciudad gracias a enormes tubos, ubicados a las afueras capitalinas, en niveles inferiores a los 900 metros de altura en los que se ubica Caracas, por lo cual necesitan bombas para que la distribución “suba” a la ciudad.
La falta de mantenimiento ha provocado la escasez del líquido en zona metropolitana, con tres millones de habitantes.
Menos duchas
Al oeste de Caracas en la barriada de Catia, la profesora universitaria Mariangela González, de 64 años, dijo tener 127 recipientes distintos para almacenar agua y la entrada de su casa está rodeada por envases de varios tamaños.
González solo recibe agua algunas horas 2 veces por semana y cuando llega, debe correr a limpiar su casa, lavar la ropa y llenar sus recipientes.
Muchos caraqueños han tenido que recurrir a comprar agua, pero con el sueldo mínimo mensual, equivalente a 1,7 dólares, se puede costear apenas un pote de cinco litros de agua.
En muchas zonas pobres, residentes cuentan que han tenido que dejar de ducharse con la frecuencia a la que están acostumbrados, restringir el uso de los baños y reutilizan el agua de bañarse o lavar trastes para descargar el inodoro.
En las urbanizaciones de clase alta, algunos edificios han construido pozos y tienen grandes tanques para almacenar agua.
Algunos restaurantes se ven obligados a cerrar sus puertas al no poder cocinar u ofrecer un baño a clientes.
Mientras tanto, el hospital Universitario, construido en los años 50, adquiere un hedor cuando pasa más de dos días sin agua, según testigos Reuters. En el sitio, los pacientes se quejan y muchas veces llevan sus propios insumos para limpiar cuando su estadía se prolongada.
En el servicio de ginecología denuncian que la falta de agua ha sido tan grave que los que esperan por una cirugía, han tenido que ingeniárselas para bañarse, ir al baño y comer.
“Nosotros vamos al baño cuando llega el agua, nosotras mismas lavamos el baño, las pocetas”, dijo una de las pacientes mientras enseñaba la ducha improvisada y colgadero de ropa que construyó de la sala de hospitalización.
“Es horrible, yo agarré dos infecciones aquí”.
Por Andreina Aponte/Reuters