Denigrando de los jóvenes que con mucho esfuerzo y dificultades se ganan la vida en el exterior, fue lanzado esta semana el llamado plan “vuelta a la patria”. Sin duda un buen comienzo para que quienes están afuera, no por voluntad propia sino por puro instinto de supervivencia, se sientan motivados a comprar la promesa de un sistema que no solo los obligó a irse, sino que ahora hace burla de ellos como si el trabajo honrado fuera motivo de deshonra. “Se van a lavar pocetas y a vivir como mendigos, como esclavos” se escuchó en la transmisión oficial, por supuesto que las caras en el lugar fueron de espasmo, no hubo risas, ni personas que asintieran con la cabeza, fue como si el foro en pleno estuviera pensando en la mejor hora para meterse en la página de las citas para apostillar, en el tiempo que tienen esperando pasaporte o recordando que si no fuera por el hermano que afuera lava pocetas no pudieran siquiera comer.
En la cabeza de quienes escuchaban aquello solo era posible que pasara un solo razonamiento: “los esclavos y mendigos somos nosotros”. Y es que si bien el trabajo del emigrante siempre es duro, difícil, muchas veces sin horarios, no hay nada que se compare con levantarse bien temprano, no tener agua, haber dormido toda la noche sin luz, para ir a agarrar una perrera, donde quienes allí van no solo no tienen agua, sino que se puede oler lo imposible que se ha vuelto comprar jabón, pasta de dientes y detergente para la ropa. Aún así decides ir al trabajo para que al final de mes ganes menos de un dólar mensual. Díganme ustedes cuál es la verdadera esclavitud, el socialismo o el trabajo duro en capitalismo donde te pagan al menos diez dólares la hora. La respuesta es evidente.
Quizás las caras no acompañaron el discurso del “líder” porque si de mendicidad hablamos eso es lo que se ha multiplicado en este país en los últimos años y meses. Y no hablo de los niños y abuelos que piden en la calle, de las familias enteras que comen de la basura, hablo de los millones de venezolanos que han convertido en mendigos a la fuerza porque no les queda otra opción para sobrevivir, porque no es posible para ellos escapar, los han obligado a esperar en silencio una paupérrima caja que llega en el mejor de los casos mensualmente, los mantienen haciendo milagros con unos bonos que lejos de ser un alivio para ellos los hacen más pobres y dependientes. En este suelo sin carnet de la patria no existes, porque hay plástico para imprimir millones de ellos, pero para cédulas y pasaportes no. Esa es la verdadera mendicidad, esa es la verdadera esclavitud y el grillete tiene código de barras.
Este sistema no ofrece nada a quien se fue y muchos menos a quienes todavía aquí seguimos, es solo ruina y destrucción. Sin embargo, la esperanza de quienes desde afuera esperan regresar a Venezuela y quienes desde adentro esperamos que regrese el país que perdimos se mantiene intacta, por más golpeada que este nuestra moral en algunos días, por más tristeza que inunde nuestra alma, siempre toca levantarnos y seguir, porque si ellos ganan lo habremos perdido todo definitivamente y nadie quiere que años de resistencia terminen sin el resultado que todos esperamos. Hay muchos abrazos esperando, muchos reencuentros por venir, mucho aprendizaje por aplicar. La vuelta a la patria será nuestra libertad y haber aprendido la lección nuestro camino a la prosperidad.
Brian Fincheltub
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