Para nadie es un secreto que la economía venezolana es un entrevero indescifrable, carente de coherencia para el desarrollo y con propensión enfebrecida hacia una inflación galopante. Una realidad tan dura como enigmática.
Reconozco no entender un ápice sobre los últimos anuncios de Maduro. Creo que en esa misma ofuscación se encuentran los más eruditos, sufriendo una incomprensión infernal entre sus conocimientos y esa realidad desmesurada que vive Venezuela en su ámbito financiero.
Tal vez los consejeros del mandatario presidencial tuvieron una predicción de espasmos en la almohada y avizoraron su incapacidad para seguir sosteniendo la farsa nacional.
Siempre he tratado de traducir las intenciones de este Gobierno de fantasía. Lo he hecho por el puro interés de verle las costuras a sus rigores extremos. Sea cual fuere el motivo, hoy quisiera percibirle algún atisbo de buenos propósitos. Pero los antecedentes en el manejo de sus proyectos para el quiebre de la nación, sólo me permiten tener una sensación instantánea de pesimismo y una certeza que vendrán momentos más duros para la cartera.
No concibo escalera económica que permita subir un salario mínimo de cinco a 180 millones. Resulta justo también comprender que, de igual manera, el ciudadano sigue petrificado frente a una canasta básica en 295 millones 821 mil 795 bolívares, que su desahogo eran las remesas de los familiares en el exilio o emprender cualquier jugarreta diaria para poder sobrevivir un día más ante la carencia.
Para colmo del desconcierto nacional, este nuevo salario tiene un equivalente de medio Petro (que no es el diminutivo de Petronila), aunado a que ya no son 180 millones sino mil 800 bolívares soberanos, sin contar que ahora debemos llevar una tabla en el bolsillo, para poder ingerir el cono monetario y su resta de ceros como por caprichos.
Las confusas travesuras del régimen, va más allá de lo incomprensible. Creo que ha dejado estupefacto al país entero, con la impresión agria de que aumentará el descalabro en el que estamos sumidos irremediablemente.
El gobernante, que ha pasado a la historia como uno de los más detestados en el planeta, sigue echándole la culpa a sus enemigos imaginarios, asegurando que “si ellos dolarizan los precios, yo petrolizo el salario”, aspirando la recuperación económica con el anclaje del Petro.
También mencionó que espera disminuir el déficit fiscal y la emisión de dinero inorgánico, cuando no creo que exista en el globo terráqueo, un mandato que por tantos años haya fabricado su moneda sin sustento y haya extraviado adrede sus reservas en oro.
Lo más asombroso de tanto pronunciamiento económico, constituye el que esperan asumir el diferencial salarial de las pequeñas y medianas industrias por una fase de 90 días, cuando no han podido emprender el reacomodo del sistema eléctrico, teniendo a los de Maracaibo viviendo como en el viejo oeste, sin luz la mayor parte del día y observando cómo se pudre lo poco que tienen en el refrigerador.
No sé si sea otra peripecia más para el engaño o el último ardid que les queda en sus estrategias crueles. Detrás se halla el incremento de la gasolina, el aumento del IVA y un movimiento financiero que no se detiene.
Posiblemente sea su última tontería. Ojalá pudiera decir que le encontraron la tuerca al tornillo económico. Pero más pareciera que desean dejar el mayor disparate al Gobierno que les sucederá, mientras la más grande bomba monetaria todavía esté a punto de explotar. El tiempo lo dirá.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
@Joseluis5571