Como muchos otros políticos de Norte y Sudamérica, el senador republicano de EEUU, Marco Rubio, pensó hasta hace poco que una salida negociada a la catastrófe humanitaria venezolana -resultado de un diálogo civilizado entre gobierno y oposición que le evitara al país y a la región una tragedia peor que la narcodictadura de Maduro- era la solución al más grave problema de política exterior que hoy vive el continente y quizá el mundo occidental.
Hoy, sin embargo, el senador Rubio está convencido que la peor desgracia que le puede ocurrir a Venezuela y a las Américas es la continuidad de la dictadura de Nicolás Maduro, y que, cualesquiera sean los medios que se precisen, políticos, militares, diplomáticos, terrestres o extraterrestres, el horror –“¡Oh, el horror, el horror!” (Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas)- tiene que llegar a su fin.
Eso, por lo menos, fue lo que manifestó el martes en una entrevista concedida a la cadena “Univisión” de Miami, horas después de sostener una reunión con el Asesor de Defensa Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, y en la cual, se dijeron cosas como: “La situación venezolana ha cambiado”, y “Las fuerzas armadas de Estados Unidos solo se utilizan si existe un peligro para la seguridad nacional y hay un fuerte argumento a favor de la tesis de que Maduro se ha convertido en una amenaza para la región, y en especial, para Estados Unidos”.
“El régimen de Maduro” se explayó Rubio “apoya narcotraficantes, guerrilleros y grupos terroristas que amenazan la estabilidad de Colombia” y “Por supuesto, que el presidente Trump no avisará cuándo y cómo decidió actuar contra Maduro”.
Desde luego que, pudo decir también que Maduro acaba de aprobrar un paquete de medidas económicas (El “Paquetazo Rojo” le dicen) para perpetuar el infierno de la hiperinflación como una medida política para controlar a la población a través del estómago y destruir lo poco que queda del mediano y pequeño comercio, o que piensa que todos los individuos porten un carnet que sustituye a los documentos legales de identificación y con el cual decidirá quién come y quién no come, quién trabaja y quién no trabaja, quién entra y quién no sale, quién vive y quién muere, o que, notificó a la banca privada que debe remitirle los nombres de los venezolanos que viven y tienen cuentas bancarias en el exterior, para solo permitirle enviar remesas a sus familiares en los bancos y casas de cambio autorizados por la dictadura y cambiárselos a la tasa oficial, no de mercado, lo cual les significaría una importante pérdida que se embolsillaría el dictador como ganancia, quedándose y robándose el dinero ajeno.
Pero estamos hablando del menudo, no de la morocota, de las tropelías de este dictadorzuelo analfabeta funcional que gusta compararse con Stalin y Fidel Castro y dice entre sus íntimos que bailará salsa sobre los cadáveres de los soldados gringos “que hoyen el sagrado suelo de la patria” (la frase es de otro dictador populista del entre siglo XIX y XX: Ciprano Castro), la cual tintinea por el lado de que Maduro, -aplicando la misma metódica que usaron sus compinches, los dictadores de Rusia, Wladimir Putin, y de Siria, Bashar Al-Assad, al enviar en venganza a la UE tres millones de refugiados sirios con la idea de colapsarla por haber apoyado a los demócratas de ese país en su rebelión contra la satrapía Al-Assad-, está forzando al exilio a millones de venezolanos que huyen de sus garras para instalarse en países de la región como Colombia, Ecuador, Perú, Ecuador, Argentina y Chile.
Es el más grande terremoto migratorio conocido en Sud América en toda su historia, un auténtico Apocalipsys con casi tres millones de venezolanos en fuga despavorida, cruzando montes, ríos, selvas, cordilleras, mares y cayendo en territorios que no los esperaban, ni estaban preparados para recibirlos y que, de continuar sus flujos, no hay dudas que subvertirán el subcontinente, países y gobiernos que se desequilibrarán por no tener recursos para atender una demanda inesperada y deberán moverse, y con rapidez, para que la cause del mal sea extirpada y los hombres y la ideología arcaica que los mueve, desaparezcan de una vez y para siempre.
Postulo que, no por azar sino como resultado de conversaciones, evaluaciones y presiones desde los países sudamericanos objetos de la subversión migratoria castromadurista, se produjo la afirmación del senador, Rubio, sobre el cambio de la situación en Venezuela y de por qué hay que aplicarle una receta militar, y que, en los próximo días, semanas o posiblemente meses, veremos la implementación de una cruzada de países sudamericanos, liderada por Estados Unidos y Colombia y cuyo objetivo central reside en desalojar a Maduro de Miraflores y librar a Venezuela y América del Sur de la plaga narcosocialista, mafiosa y militar.
Es bueno recordar y subrayar que, este era el Plan que trajo el vicepresidente, Mike Pence, en su primera visita a Sud América a comienzos de febrero del 2017, y que incluyó a Panamá, Colombia, Argentina y Chile y tuvo un rechazo rotundo de parte de los entonces presidentes, Juan Manuel Santos y Michel Bachelet y una recepción fría de parte de Macri y Valera.
También, que nunca fue abandonado en visitas posteriores de Pence y Tillerson y que, muy en especial, los almirantes, John Kerry y Kurt Tidd, jefes del Comando Sur, lo expusieron, repetidamente, en los mapas en reuniones con los altos oficiales de los Ejércitos de Colombia, Brasil, Perú, Argentina y Chile.
Hubo, sin embargo, otros factores que jugaron un papel importante en el aplazamiento del Plan, como fue la votación registrada el 5 de junio pasado en la Asamblea General de la OEA, que, a pesar de una votación de 19 votos a favor contra 4 no favorables, y 11 abstenciones, no logró la mayoria calificada que se necesitaba para condenar a Maduro.
Y last, but no least, la oposición de algunos líderes y partidos de la oposición venezolana, como otras tantas veces, algunos prometiendo que el dictador se rendiría al fin a la presión para realizar elecciones libres, otros que era prematuro y otros negándole todo apoyo.
Y jugándoselas, junto con la EU, a las sanciones, que el primer país en adoptar fue Estados Unidos, pero sin que lograran hacer retroceder un milímetro al dictador y su pandilla.
Hoy podemos decir que ya no existen resistencia desde los gobiernos democráticos de los países más representativos de la región (Colombia, Perú, Brasil, Argentina y Chile), sino que más bien están impacientes porque se le de algún comienzo a una presión basada en el uso de la fuerza, y en cuanto a los partidos democráticos venezolanos, una consulta de agentes calificados reportó la sorpresa de que, en su mayoría, son partidarios de que se le ponga fin a la tragedia de la ocupación de Venezuela por bandas terroristas nacionales y extranjeras.
En cuanto al primer cambio, el de los gobiernos de los países democráticos más representativos de Sudamérica, se explica porque hay informes, y pruebas que lo confirman, como una reciente llegada de Perú, de que, con los exilados forzosos viajan unos “no tan forzosos”, como agentes del madurismo a incorporarse a grupos de piqueteros, colectivos y boicoteadores que apoyarían a los grupos socialistas y de izquierda desplazados del poder, que serían los casos de Brasil y Argentina, o simplemente a respaldar al “Socialismo del Siglo XXI” en una nueva racha hacia el poder que serían los casos de Colombia, Perú y Chile.
Y en cuanto a la aprobación de la oposición en Venezuela, no hay dudas que es consecuencia de que perdió su mejor momento al abandonar la calle, que muchos de sus más importantes dirigentes están en el exilio, otros presos y otra buena parte en libertad, pero sin voz por acuerdos con el gobierno de no opinar ni trabajar en política so pena de volver a la cárcel.
Lo increíble es que, hay una gran fuerza social protestando en las calles de Venezuela, cómo se rebeló en las protestas de los trabajadores de la salud que se extendió por largos tres meses, o la protesta del miércoles de los pensionados porque se les pagaran sus pensiones y no se les obligara a sacarse el carnet de la patria, pero, aparentemente, sin ninguna conexión política.
De todas maneras, hay excepciones en cuanto al clima de desmovilización política que vive el país y es la de María Corina Machado, que con su partido “Vente Venezuela” y “Alianza Bravo Pueblo” que lidera el Alcalde Antonio Ledezma (hoy exilado) recuerdan en las calles de Venezuela que lo primero es la política y que si no se derroca a Maduro por las vías y armas que sean, no habrá solución para la catástrofe humanitaria que sufre el país.
Pero por sobre todo, e independientemente de las visiones y las prácticas que tenga en este momento, no hay dudas que casi no hay partidos y, muchos menos ciudadanos en Venezuela, que no estén de acuerdo con la tesis de que solo una intervención militar extranjera lograría alcanzar la solución para la crisis venezolana.
Y hablamos del 90 por ciento.