“El Padrino” Carlos Vasallo me envió un trabajo del polémico periodista Argentino Jorge Lanata analizando la vida de Maradona. No muero por el fútbol como si por el béisbol pero el titulo me sedujo: “Maldito. ¿Quién lo es?”. Lo que intentaré reseñar no es la historia de un Dios de la pelota en el verde, sino de la vida misma. Un trabajo trepidantemente revelador que desborda una sinfonía de metáforas aplicables a cualquier realidad. Al decir de Carlos Rangel en su obra “Del buen salvaje al buen revolucionario”, es desnudar la neurosis latinoamericana que nos inhibe y nos atrapa.
Se están yendo. ¿Lo vemos o nos vemos?
Cesar Luis Menotti-técnico de la selección argentina mundialista de 1978-hace del auge, coronación y caída de Maradona un concierto. El técnico expresa sin aliños quien fue el pelusa en el campo. ”La grandeza de sus piernas no corría a la velocidad de la cabeza de un crío convertido en el pibe de oro a 26 años de edad. Una cosa es juzgar a Maradona en el momento más grande de su historia y otra cosa hacerlo en su decadencia. Pedirle a Maradona hoy que sea el Diego de la mano de dios o del gol del siglo que dribló a 6 ingleses en 60 metros y 10 segundos (mundial 1986), es desproporcionado. De allí una premisa de vida: Reputar el presente de cara a lo que fuimos en el pasado-aun siendo causal-conduce a juicios fantasmales, falaces, mitológicos…
El entrenador personal de Maradona, Fernando Signorini-responsable de la rehabilitación de Maradona tras caer en droga-hizo importantes revelaciones. Lanata le preguntó sobre el incidente de Nápoles [Mundial 1990] cuando el Himno Nacional Argentino fue abucheado por las hinchas en el partido contra Italia. Maradona le respondió al público con un escandaloso hijo de p…Signorini reflexiona: “¿Cómo pedirle a ese chico que sea diferente a lo que fue, que le hizo salir de abajo y convertirse en un Dios? ¿Es que acaso estando ahora en la cima del cielo le importa ser distinto a quien siempre fue?”. Cuidado con juzgar a otro por lo que yo no pude ser. Siempre será una aproximación frustrada e incompleta.
El cierre de Jorge Lanata, lapidario. Frente a un espejo se pregunta, nos pregunta: “¿Es maldito Maradona o lo somos nosotros a quienes nos gusta ponerles trampas a los dioses para verles caer como personas, como nosotros mismos? […] Somos un espejo de lo que no queremos ver, de nuestros miedos y debilidades. Carencias que queremos ver en otros para sentirnos mejor”. Y me pregunto, mutatis mutandis: ¿Queremos que se vaya este gobierno o es acaso representación neurótica de lo que no queremos reemplazar? ¿Flagelación? ¿Mito o realidad?
Una generación de edición limitada
El periodista Carlos Rangel, advertía en una entrevista (1983/Primer Plano), que si la dirigencia política venezolana no detenía la impudicia socialista, repartita, que nacionalizó el petróleo para intervenir y controlar más, iríamos directo a una dictadura sanguinaria. “No como la de Gómez de pocos presos y caídos o la de Pérez Jiménez, de poco paredón o exiliados, sino realmente autoritaria, violenta, devastadora”. Y llegó. Denuncia Rangel ese complejo de “buen salvaje”, ese mito devastador de creer que venimos de tierra de gracia y paradisiaca exterminada por la mala influencia del conquistador hispano. No acabamos de reconocernos como una sociedad mixta capaz de ser libre, emancipada de la tutela del Estado. Preferimos “fabricar Dioses o Adanes pervertidos por la fruta prohibida”, que convertirnos-cada quien-en hacedores de libertad. Nos han sembrado el socialismo falso dizque redentor, el marxismo barato, igualitario, pobre, muy mala versión del cristianismo comunal. Una generación limitada…
Del buen sálvale al mal revolucionario
Durante 15 años vimos a Hugo Chávez Frías como un Dios. El mejor pelotero, el monstruo de la política o el mejor mariachi. Durante décadas han adorado al Che Guevara, Pol Pop, Mao, Fidel, Stalin o Lenin. No trato ahora de aliviar un milímetro la irresponsabilidad de ninguno de ellos. No excuso ni escudo los excesos, omisiones o desmanes de Maradona et all. Quedarnos pegados en el espejo de la historia taladrando prejuicios inmovilizantes es un autogol que nos impide ver y hacer cosas. Este gobierno perdió vigencia hace rato. Está ido. Y no lo queremos ver. Perdemos tiempo colocándole grilletes tanto a aliados como a adversarios sin darnos cuenta que nos amordazamos nosotros mismos. Es el síndrome de la neurosis latinoamericana que nos autodefine como una tribu miserable hacedores de imágenes y santos para salir del infortunio.
Hace tiempo que teníamos que haber expulsado a muchos falsos dioses de nuestras vidas. Sigo con el profeta Carlos Rangel (ob. cit.): “Dejemos ser víctimas. Delatores de la América hispana y presas de una virginidad primate idealizada que jamás fuimos”. Soltemos las marras, la oda al mesías. El buen revolucionario no es hablar mal de Colón o bien de Marx. Es ser libres por acción propia. La libertad no se mendiga. Dejemos ir a los Maradonas…Sólo existe un Dios y está muy ocupado (dixit JJ Rendón).
Se están yendo y se irán cuando lo decidamos. No le hagamos más trampas a los dioses:. Descansa en paz Maradona, y otros…
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