La causa fundamental del doloroso éxodo de millones de venezolanos no es otra que la ejecutoria desastrosa del gobierno chavista.
No solo de Maduro, también de su antecesor.
En primer lugar, las políticas económicas adelantadas durante estos calamitosos años, han sido el disparador de la crisis que vivimos y un motivo de la huida al exterior de miles de compatriotas.
El acoso al sector económico privado, leyes colectivistas, controles de precios, de cambio y de distribución de productos, la orgía de expropiaciones injustificadas, el alejamiento de las inversiones nacionales y extranjeras, el descalabro de las instituciones, la eliminación de la autonomía del BCV, la corrupción nunca antes vista de los funcionarios públicos, el desastre de la educación y el deterioro de todos los servicios públicos, entre otros asuntos, ha rebajado la calidad de vida a niveles inauditos y destruido la actividad económico-comercial, así como ha espantado la inversiones.
En segundo término, el autoritarismo implantado ha atemorizado a no pocos venezolanos.
Las arbitrariedades del gobierno y el irrespeto a los derechos humanos, la inexistencia de los indispensables equilibrios entre los poderes públicos, tribunales al servicio de la tiranía, cuerpos de seguridad incompetentes, corrompidos, sometidos a los designios de Miraflores y apartados de la ley, medios de comunicación censurados o intimidados, y en fin, un Estado de derecho ausente, han hecho de Venezuela un país inaguantable, del que todos quieren salir corriendo.
Y en tercer lugar, no menos importante, el clima de polarización y enfrentamiento entre venezolanos, estimulado desde el gobierno.
Se ha construido así un entorno nacional que en lugar de ser de convivencia sana, es de confrontación y alta crispación, que se agrava con un clima de inseguridad e incertidumbre para cualquier familia o individuo que desee dedicarse a sus actividades en paz y contribuir a mantener una nación productiva y de bienestar para todos.
Decir que la migración forzada de venezolanos que hemos presenciado durante más de 15 años, es producto de las sanciones que contra los sátrapas que nos gobiernan han acordado algunos países, como lo ha expresado el ex presidente de gobierno español, Rodríguez Zapatero, es poco menos que una mentecatez, cuando no, una cínica mentira.
Las evidencias están a la vista para cualquier observador imparcial que ese tome una horas para examinar el asunto.
Desde mucho antes de las sanciones, habían salido alrededor de un millón y medio de venezolanos, que huían despavoridos de una situación que se tornaba cada vez más crítica.
A medida que la economía se derrumbaba y caían los precios del petróleo, el despilfarro y el latrocinio seguían aumentando, el éxodo no paraba. La empresas privadas en miles seguían cerrando, y el desempleo también. La inflación ascendente e imparable, primero, y luego, la hiperinflación, hacían insostenible el sustento de la familias, lo que obligaba a muchos a ver más allá de la fronteras, buscando un futuro distinto, aunque incierto, a la tragedia personal y nacional.
La declaración de Zapatero, por tanto, no tiene asidero alguno en la realidad.
Es lamentable y vergonzosa. Solo explicable por su conchupancia con el gobierno déspota chavista.
Quienes lo asesoran, sus amiguetes venezolanos, que, por cierto, siempre se opusieron a las sanciones a los tiranos venezolanos, cuando se ventilaron en Mercosur, la Unión Europea o la OEA, deben estar muy complacidos con tal declaración que falta a la verdad y se alinea con el discurso chavista.
Extraña actitud de esos personajillos, ya rayana en el colaboracionismo más abyecto y repugnante.
EMILIO NOUEL V.